El Alcalá da la sorpresa frentea una Ponferradina muy vulgar
Los bercianos nunca encontraron el sitio, maniatados por un equipo que se empleó al límite
Cualquier resultado que no fuera una victoria local en el encuentro de ayer podía considerarse como una sorpresa, dada la situación clasificatoria de unos y otros. Sin embargo, después de ver el partido, resultó que ni los de Tomé demostraron el porqué de su privilegiada posición, ni tampoco los de Gordo se asemejaban a una escuadra que estuviera, como está, bordeando los puestos de descenso, pero así es el fútbol. A los blanquiazules no les salió nada, si bien en eso tuvo mucho que ver su rival, cuyos jugadores se emplearon al límite de sus posibilidades de principio a fin. Ya de principio salió a morder el Alcalá, conscientes tanto jugadores como técnico de que su situación no admitía ya más tropiezos. Esto lo agradeció la Deportiva, ya que apenas iniciado el juego dispuso de una oportunidad clara por mediación de Brasi, que se quedó solo ante el meta Tello, pero su disparo raso fue rechazado por el arquero madrilecho que metió la pierna providencialmente, evitando lo que parecía un gol cantado. Aunque eran los bercianos los que tenían más la pelota en esta fase inicial, se veía que los contragolpes madrileños podían llevar peligro y eso quedó confirmado al cuarto de hora, cuando Rubio salvó en primera instancia, pero no pudo ya evitar el gol de Dani Calvo, que ponía en ventaja a los rojillos. Poco tiempo después, sería Nico el que puso a prueba los reflejos de Rubio en un saque de falta directa que el meta atrapó sin problemas. El primer tiempo fue complicado para los locales porque acusaron el golpe recibido, sin poder hacer prevalecer su presunta superioridad sobre un equipo que estaba bien pertrechado atrás con un sistema claro de 1-4-1-4-1. Cerraban los de David Gordo todos los caminos hacia su portería, contando además con el escaso acierto de los delanteros y centrocampistas locales. La superioridad visitante en el centro del campo no dejaba muchas opciones para una hipotética remontada. Así las cosas, el público recibió con una ovación la salida de Panadero a realizar ejercicios de calentamiento, justo después de que Tomé fuera amonestado por protestar al colegiado. No hubo nada más interesante en la primera mitad. En la continuación, un desdibujado Larios dejó su puesto a Panadero, pasando Brasi a escorarse a la banda izquierda. Por allí pudo empatar la Deportiva, pero Gonzalo se mostró ingenuo en una pelota franca que había dejado totalmente solo a Brasi, pero el canterano interrumpió la trayectoria del cuero cuando estaba en posición antirreglamentaria, ganándose la bronca de su entrenador. El encuentro se cargó de tensión, aunque los locales seguían sin llegar con claridad a los dominios de Tello, jugando con más corazón que cabeza. Los madrileños hacían gala de un gran oficio y aprovechaban cualquier pretexto para perder tiempo, exagerando cada caida, lo que iba desquiciando al conjunto local, que seguía sin encontrar su patrón de juego. Lanza apenas encontraba situaciones para habilitar a los delanteros, que iban siendo más con el paso de los minutos, ya que Tomé retiró del terreno de juego a Mikel Antía, para poner en cancha al faberense Davinchi, a quien el árbitro de Zamora no apuntó la tarjeta que le había mostrado y por eso no resultó sancionado. Los locales empezaron a encerrar a su rival, pero las ocasiones no eran claras. Alguna entrada por banda de Brasi, cuyos centros no encontraban rematadores claros, debido a la gran acumulación defensiva de los complutenses. La adrenalina iba subiendo conforme avanzaba el partido y eso hizo incurrir a los de Tomé en faltas innecesarias, fruto muchas veces de la propia impotencia. Las tarjetas se sucedieron para los locales, aunque por fortuna ni Antía ni Davinchi, que estaban apercibidos, la vieron en esta ocasión. Estaba abierto el partido porque, si bien lo más normal era que pudiera atisbarse el empate, debido a la desordenada presión del cuadro propietaro del terreno de juego, también era factible la sentencia de los rojillos, si es que sabían aprovechar alguno de los contragolpes a los que les invitaba la adelantada posición de la Deportiva. No ocurrió ni lo uno ni lo otro. Los locales se lanzaron a un ataque estéril, sin fundamento, empleando más ganas que precisión en cada una de sus acciones y eso siempre facilitaba la tarea de los defensores, que nunca pasaron por verdaderos agobios. Lo más peligroso que hicieron los de Tomé fue poner algún balón desde las bandas, o bien desde los saques de esquina, que el acierto de los zagueros, unido a la imprecisión de los atacantes, terminó por quedar en nada. Tello casi ni tuvo que intervenir, pese a que Tomé tenía toda la artillería en el campo. Batacazo en toda regla.