Un Celta muy mejorado amarró los puntos pese al nerviosismo sufrido al final (2-1)

El Celta logró una merecida victoria, la segunda en Balaídos en toda la temporada, con un fútbol dinámico pese a que el gol en las postrimerías de Anderson hizo renacer los fantasmas de pasadas decepciones. En el club vigués debutaba Sasa Ilic, que mostró maneras e inteligencia sobre el terreno. Entre el serbio y Peter Luccin movieron bien las piezas ayudados por las sorprendentes condiciones demostradas por Everton Giovanella como atacante por la banda izquierda. El medio centro hispano brasileño actuó en esa posición ante la inesperada baja de Gustavo López, cuya lesión en el entrenamiento de la víspera no había trascendido, y completó un excelente partido pleno de facultades. La entrega céltica tuvo su fruto en un córner bien botado que Milosevic, espléndido hasta la extenuación, cabeceó a gol con la complicidad de la mala salida del guardameta Reina. Al Celta se le puso todo de cara al poco de reanudarse el juego cuando Milosevic tomó la responsabilidad en un contraataque bien llevado por Ilic y llevó el balón de nuevo al fondo de la portería de Reina. Con este resultado, los visitantes se vieron obligados a arriesgar, aunque sin suerte. El Celta pudo sentenciar en un remate cercano de Milosevic que salió por encima del marco, pero no fue así y, con la incorporación de Sonny Anderson, el Villarreal ganó empuje y peligrosidad ante la meta contraria. El brasileño logró marcar en una acción oportunista, con probable fuera de juego de alguno de sus compañeros, y la necesidad de los puntos prendió el nerviosismo en los jugadores celestes. El Celta obtuvo tres puntos muy importantes.