Masiva entrada de cormoranes a los ríos y embalses de la provincia
Esta especie invernante pone en peligro la riqueza piscícola de las aguas continentales
Los aficionados a la pesca que aprovecharon el soleado fin de semana para visitar los ríos e ir preparando la cada vez más próxima temporada se vieron desagradablemente sorprendidos por la masiva presencia de cormoranes en casi todos los ríos provinciales, incluso cauces de alta montaña. La opinión se divide entre quienes opinan que están los de siempre, con un ligero incremento, y que el hecho de verse ahora tiene relación directa con el final de la temporada de caza. El cormorán no es una especie cinegética, pero por su carácter desconfiado rehuye la presencia de cazadores. Otros, sin embargo, afirman que ha habido una segunda entrada después de Navidad. Argumentan esta afirmación en el hecho de que presentan otra apariencia, no son tan negros e incluso la parte inferior de su cuerpo es blanca moteada. Lo cierto es que se les ve con facilidad, no sólo en pleno vuelo desplazándose por la mañana hacia los lugares donde se alimenta y por las tardes hacia los dormideros en magníficas formaciones, sino también pescando en ríos y embalses. La forma de pescar de estas aves resulta espectacular y hasta muy atractiva si no fuese porque detrás de cada zambullida alguna trucha, cacho, barbo, carpa o tenca ha pasado a su buche. La entrada de cormoranes tierra adentro, hasta el punto de llegar a cauces situados a cientos de kilómetros del mar, está ocasionando serios problemas en las masas fluviales de toda España y está siendo también objeto de estudio por los naturalistas. En Extremadura las sociedades de pescadores se han dirigido a las autoridades para exigir una solución a la vista del importante daño que causan en las poblaciones de tenca especie que constituye una auténtica pasión en aquella región. En la Comunidad de Madrid, donde se han habilitado algunos cotos intensivos repoblados con trucha arcoiris en el Manzanares y otros ríos, se están encontrando con que repoblar significa alimentar a los cormoranes. La evaluación del daño que causan en León está por hacer de forma rigurosa, pero nadie duda que es importante. Un aficionado que acostumbra a pescar el pequeño embalse de Antoñán del Valle, donde se ha instalado una pequeña colonia de cormoranes, comentaba que las carpas y carpines de pequeño tamaño han desaparecido y que tan solo los peces mayores de medio kilo sobreviven. Pero el principal problema no está en la cantidad de ciprínidos que consumen, pues éstos tienen una enorme capacidad reproductiva, sino en las truchas. El Sil, el Porma, el Esla y en menor medida el Órbigo están siendo esquilmados de forma sistemática. «Ahora, que parecía que el Esla se estaba recuperando -comenta un aficionado- ha vuelto a llenarse de esos putos bichos». La Administración, que hasta la fecha ha mirado hacia otra parte cada vez que se hablaba de los cormoranes, está comenzando a darse cuenta del problema. El propio Emilio Roy, director de pesca de la Junta, reconocía el pasado año durante la Semana Internacional el problema y la necesidad de encontrar una solución no traumática. Parece que el Ucero, río soriano donde se ha instalado con carácter experimental un aula de río, se ha visto«mondado por las anátidas pescadoras. El prestigioso profesor Purroy, por otra parte, reconocía que no existe peligro de extinción, antes bien, que se trata de una especie que se está expandiendo de año en año pues carece de depredadores naturales. La solución del problema pasaría por hacer desistir al cormorán para que no inverne en estos lugares y regrese al mar o cuando más a los estuarios de los ríos, su hábitat. ¿Cómo? Esa es ya la pregunta del millón.