La densidad de caza es más alta en los acotados que llevan a cabo descastes
Las noticias que llegan acerca de los resultados de las cacerías dan cuenta de una abundancia inusitada, superior a la de pasadas temporadas. El sábado, en Palanquinos, se abatieron diez ejemplares en un territorio inferior a mil hectáreas. En Campo de Villavidel, el domingo, y pese a no contar con suficientes perros, los cazadores locales consiguieron matar seis ejemplares, menos de la mitad de los que arrancaron, en una superficie batida menor de quinientas hectáreas. En Villeza de las Matas, de donde proceden las fotografías, cuatro raposos perdieron la vida en las escasas manchas de maíz, pues se trata de campos de secano. En este terreno es preciso cazarlo con perros especializados en las cuevas o huras. La posibilidad de cazar el zorro está a punto de finalizar, pues las labores de cosecha están concluyendo lo que permitirá la dispersión de la especie hacia los puntos de cría sitos en las riberas, zarzales o cuestas. Pese a todo la Sección de Vida Silvestre de la Junta está expidiendo abundantes permisos, no solo para cazar el cánido, sino también para otros depredadores alados como urracas y grajos. Estas especies son si cabe tan dañinas como el zorro, especialmente las primeras, habituadas a desvalijar los nidos de palomas, perdices y codornices. El pasado año este comentarista tuvo la oportunidad de presenciar en directo la forma en la que dos urracas robaron los huevos de un nido de tórtola turca pese a la numantina defensa que la pequeña paloma hizo del mismo. Acosaron a la víctima hasta que persiguió a una de las «pegas» momento que aprovechó la otra para robar los huevos. Lo que está totalmente comprobado es que los acotados que llevan a cabo descastes periódicos de alimañas presentan una densidad de caza sensiblemente mayor que los que no las efectúan. La Sección de Vida Silvestre de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta, consciente de esto, suele conceder los permisos que se consideran suficientes. Tan solo el mal uso de los mismos para cazar otras especies puede incidir de forma negativa restringiendo los mismos y privando de un control necesario a los acotados que cumplen fielmente con la Ley y con el objetivo perseguido, esto es, el control de las poblaciones de zorros y otros depredadores.