Zaragoza logra su segundo triunfo consecutivo en La Romareda (4-1)

El Real Zaragoza ganó su segundo partido consecutivo en casa, algo que no había logrado en toda la temporada, tras golear a un Villarreal que estuvo muy lejos de ser el conjunto que la pasada semana derrotó con estrépito al Racing de Santander. Para el equipo zaragozano el resultado supone una dosis de oxígeno y una ración de autoestima que le puede ir muy bien en su lucha por eludir el descenso. El conjunto aragonés vivió el partido más plácido de toda la temporada ya que el equipo castellonense estuvo moralmente empequeñecido por la superioridad que demostró su rival. A esto contribuyeron notablemente las circunstancias del juego pues cuando apenas se habían consumido un par de minutos el conjunto de Víctor Muñoz se adelantó en el marcador gracias a un potente remate de Leo Ponzio. El gol hizo mella en el conjunto castellonense que pareció fuera de sitio y sin capacidad de reacción. El argentino Román Riquelme, el principal encargado de iniciar el juego de ataque visitante, no estuvo fino y eso lo notó su equipo que en absoluto inquietó a la zaga aragonesa. Cuando el equipo castellonense no levantaba cabeza, llegó lo que parecía lógico, el segundo tanto de un veloz equipo zaragozano que llegó en el minuto 20 por medio del canterano Rubén Gracia «Cani», que aprovechó el rechace del poste a un remate de Dani para hacer subir la segunda diana al marcador. Un minuto después del tanto llegó la puntilla para el equipo de Benito Floro, que vio como por dos tarjetas amarillas en apenas un minuto era expulsado su capitán, Quique Alvarez, y que prácticamente dejaba el partido en bandeja para el Real Zaragoza que en el minuto 38 anotó el tercero. Tras el descanso el conjunto visitante se fue más arriba en su intento de acortar diferencias, mientras que el Zaragoza bajó el pistón. Esto propició que el conjunto foráneo consiguiera anotar en un penalti cometido sobre Ballesteros, que transformó Riquelme y que le costó al capitán zaragocista, Luis Carlos Cuartero, su segunda tarjeta amarilla, lo que supuso que las fuerzas numéricas de ambos conjuntos se igualaran, aunque esto no pasó de ser una mera anécdota pues sirvió para que el Real Zaragoza recuperara la tensión perdida y marcara un nuevo gol.