El negro que hizo del boxeo un deporte para los blancos
Tras cuatro décadas, el púgil recuerda su primer cetro mundial
Mohamed Alí (ex Cassius Clay), el deportista más histriónico de la historia, vuelve la vista atrás para recordar el 40 aniversario de la noche en que proclamó a los cuatro vientos que era el «rey del mundo» tras batir por KO técnico a Sonny Liston. Limitado por el Parkinson que le aqueja desde 1984, Alí es hoy, a sus 62 años, una leyenda viviente, símbolo de una época en la que convirtió el boxeo en uno de los deportes más atractivos gracias a su sorprendente anticipación a lo que ahora es una práctica común: utilizar la televisión, entonces en plena expansión, para vender imagen e ideas. «Soy el rey del mundo, soy el más grande, he conquistado el mundo», gritaba el 25 de febrero de 1964 a las cámaras desde el ring en Miami Beach después de proclamarse, con sólo 22 años, campeón de los pesos pesados. Clay había roto todas las apuestas que daban claro favorito (nada menos que por 6-1) a Liston, un ex presidiario de 32 años, poseedor del título mundial tras batir en el primer asalto a Floyd Patterson. Haciendo honor al eslogan que se había inventado para definir su forma de boxear -«muévete como una mariposa y muerde como una serpiente»-, Clay no paró de desplazarse por el ring y de golpear en el combate hasta romper la solidez de Liston. «¿Qué decís ahora? ¡Así que Liston me iba a tumbar en el segundo asalto! ¡Jamás me volváis a poner 6-1 en las apuestas!. El mundo entero está a mis pies. Soy demasiado bueno. ¡Venga, poned eso!». Lo que se escribió en realidad fue que a Liston le había pagado la mafia para dejarse ganar. Clay estaba muy enfadado con los periodistas, ya que por primera vez le daban la espalda y se ensañaban con el «bocazas de Louisville». Como solía acostumbrar, Clay había calentado previamente el combate, una de las facetas que más apreciaban los que tenían que titular en los diarios. Entró en el gimnasio en el que se entrenaba Liston para gritarle «voy a tumbarte, a mi nadie me toca, nadie, soy el más rápido del mundo, estoy harto de advertírtelo». «Eres muy feo para ser el campeón». Liston le advirtió que le haría «besar la lona». Clay se atrevió a pronosticar el asalto en el que ganaría: «Te dije que ibas a caer en el octavo asalto, pero ahora vas a caer en el quinto, si no te tumbo en el cuarto». El novato también prometió que si Liston le ganaba «le besaría los pies en el ring, se pondría de rodillas para decirle que es el mejor y se iría del país». Estas llamativas declaraciones, que seducían a las cámaras, servían para animar un deporte que había perdido influencia después de la retirada de Rocky Marciano (Rocco Marchegiano, 1923-1960), que se marchó invicto en 1956 por la presión de su esposa. Clay tenía una gran facilidad para expresarse, en una época en la que los boxeadores nunca hablaban a los medios, y hasta era capaz de pronosticar en verso: «Este caerá en el octavo/y veréis que pronto acabo/y si le tumbo uno antes/al cielo irá con los ángeles/aunque parezca funesto/quizá le tumbe en el sexto/si se lo tiene creído/ en el quinto habrá caído». No cabía ninguna duda de que el boxeo estaba ante un personaje singular, encantado de la fama y la pompa que conllevaba ser el mejor del mundo. «Vi que podía vivir de aquello y me dediqué a ello». Ganó más dinero que todos los pesos pesados juntos que le precedieron. Lo gasto con el mismo empeño. Al título mundial, añadió poco después una sorprendente decisión que rompió su relación con el grupo de millonarios blancos de Kentucky que financiaban su carrera. Clay anunció su conversión al islám y el abandono de su «nombre de esclavo» por el de Mohamed Alí. Nacido en Louisville (Kentucky) el 17 de enero de 1942, recibió el nombre de Cassius Marcellus Clay, el mismo del abogado abolicionista y embajador de Lincoln en Rusia en 1861 que había comprado al patriarca de la familia de esclavos y dado sus apellidos. Han pasado 40 años y Alí revive esta semana los tiempos en que era el más grande. Desde su retirada definitiva en diciembre de 1981, el pugilismo nunca ha vuelto a contar con una figura tan extraordinaria como Cassius Clay, Mohamed Alí, el boxeador que consiguió tener el mundo como audiencia.