Juntos para defender los ríos

Los ríos de León no atraviesan su mejor momento. Basuras, contaminación, extracciones abusivas de áridos han degradado los cauces y perjudicado gravemente las poblaciones piscícolas que albergan las aguas. Kilómetros de escolleras jalonan unas orillas donde la vegetación autóctona ha desaparecido sustituida en ocasiones por las plantaciones de chopo canadiense que invaden el lecho de inundación. Nuevas escolleras han de proteger los nuevos plantíos hasta que el cauce queda reducido a un canal por el que discurre el menguado caudal. Pero cuando el río ruge con las crecidas periódicas reclama lo que es suyo y rompe por donde menos se espera. Esto ha sucedido la pasada primavera en el escenario Deportivo Social de Santa Marina en el Órbigo, cuando en una sola noche el río se tragó pasarelas, caminos y plantíos. Pero no parece preocupar demasiado a la Jefatura de Medio Ambiente ni a la Confederación Hidrográfica del Duero. Significa más áridos, más escolleras, más movimientos de tierra, más inversiones... más negocio. Las subvenciones que la Junta de Castilla y León concede a las asociaciones de pescadores para limpiar y revegetar los ríos podrían parecer el chocolate del loro, pero ayudan a mantener el espíritu ecológico y, aunque no lavan conciencias, sirven de escaparate a una política medioambiental que hace aguas por todas partes. Una de las asociaciones que con mayor entusiasmo trabaja en estas tareas es la Asociación Española de Mosca y Salmónidos Aems. El pasado domingo Aems-León organizó una jornada de limpieza y revegetación de un tramo del Órbigo a la que fueron invitadas otras asociaciones de pescadores y los alumnos de la Facultad de Biología que cursan la asignatura de Gestión de la caza y la pesca que imparte Rafael Garnica. Fueron precisamente estos jóvenes universitarios los que acudieron en mayor número, unos treinta. Junto a ellos participaron miembros de Aems y de ALPM (Asociación Leonesa de Pesca con Mosca) El trabajo se repartió por equipos, de forma que mientras unos recogían basura otros procedían a cortar y clavar estacas de balsa y palera, del género salix que constituyen las plantas autóctonas de ribera, con el objeto de realizar un trenzado para defeder un tramo de márgen desprovisto de vegetación. Si el trenzado resiste las primeras embestidas del río, con el tiempo enraizarán las estacas y se creará un bosque de ribera que, a su vez, generará sombra y alimento para las truchas. Cortar y afilar las estacas, hacer la perforación con una barra de hierro y una maza e introducir las mismas en la grava no es una tarea sencilla y, pese a la juventud de los participantes y el frío endiablado de la mañana, más de uno sudaba la gota gorda. Al final siempre queda la satisfacción del trabajo bien hecho, al menos con buena voluntad, y la recompensa de un refrigerio copioso al lado del río. El próximo día cuatro de abril se abre la veda de la trucha. Hay casi tanta nieve en las montañas como ilusión en los pescadores. La primavera traerá deshielos y crecidas, lluvias y sol. Ahora sólo queda esperar y que la naturaleza realice su trabajo. ¿Los frutos? El año que viene si Dios quiere.