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MARRO
León

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EL ARRANQUE de la temporada, en clave invernal, no puede ser más rutinario: una competición por equipos igual de light y descafeinada. Y ya no digamos lo escolar de la capital que según nuestros compañeros del suplemento deportivo escolar en cuya comparecencia coincidimos cada miércoles «la pobre participación es la nota más destacada» (e ilustrado con las ya clásicas fotografías que prueban que a los chavales no se les enseña ni a agarrarse): falta de alicientes y estímulos renovadores al tiempo que de gancho para despertar un mínimo de interés en su seguimiento: engancha tanto -igual de poco- a participantes que a espectadores. Entre tanto, indicios y expectativas de cara a la temporada de verano tampoco revelan el aporte de nada renovador. El que el presente hay acabado siendo un año de tránsito o de relleno, por lo de la prórroga, en modo alguno justifica esta especie de tónica como para salir del paso y que acabe todo esto -»la prórroga»- cuanto antes y sin mayores males e incidentes. Cuando «el hacer las cosas bien importa más que el hacerlas» (Machado dixit). Porque ¿y preparar el camino para los siguientes? En el buen orden de dejarles estructuras vivas -operantes- y a punto, más no en el mal orden de ir manipulando y caciqueando desde dentro una situación «a imagen y semejanza». Ahí estarán los efectos negativos, los daños colaterales, de una actitud de federativo continuismo sin más pretensiones. El «más de lo mismo» representaría dejar escapar otro año más sin arrancar con los avances de alcance y proyección. Dejar de recrearse y de mirar hacia atrás: loa al pasado y a vegetar. El presente, y ya no digamos el futuro, como eso no cuenta mediaticamente pues a pasar de él. Pasotismo irreflexivo e irresponsable. Pero la realidad es la que es ¿Colegio de Árbitros en serio, superador de los seudoárbitros que van a su aire y sin unidad de criterio...? Pues por el contrario la anécdota y el pintoresquismo de un chaval suramericano que compite en lucha leonesa. Ya saben, a entrevistarle y desviar atenciones de lo problemático y trascendente: para el futuro -y presente- de la lucha leonesa. Así que ¡Ale! A exhibirle y fotografiarle. Y que todo lo demás siga igual, anclado en el más de lo mismo. Sin embargo la realidad, terca y cruda, está ahí. Y crudamente analizada, acaba por incomodar. Las loas y apologías adormecen en sopor de delirio. Mientras que convierten al disidente en el malo de la película. Y general federativas descalificaciones globales al modo de que «no tiene ni idea de lucha»..., claro, el comentarista que se desmarca. Y, hombre, tanto como ni idea, ni idea... Tendrá ideas más o menos equivocadas o acertadas y sobre todo discrepantes con la línea oficialista. En todo caso, ideas independientes. La credibilidad se gana desde la independencia; lo proporciona el ir por libre, sin seguidismos y apologías oportunistas y remuneradoras en algún orden. Una independencia que, si no legitima la reiteración en nuestros posicionamientos, al menos podría disculparla en alguna medida. Por ejemplo, luchas celtas «además de» (universales y olímpicas) y no «en lugar de «(luniversales y olímpicas)». Los canarios se apuntaron al arranque de los festivales celtas pero hace años que pasan por folklore. Y apuestan por los variantes de lucha.

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