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Ademar regala al Barça el billete a la final y fulmina el pronóstico (26-30)

León dilapidó el supuesto estado de gracia en el que vivía en cuanto el rival tomó el mando

Publicado por
Miguel Ángel Zamora - enviado especial | tudela
León

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Que el Barça consiguiera llegar al descanso por encima en el marcador con dos jugadores menos por lesión, después de haber estado cinco tantos abajo (7-2) ya da idea de lo que Ademar fue capaz de hacer en ataque. León hizo gala de una defensa genial, que le llevó a correr y estar fresco en el tiro, pero fue cuestión de ocho minutos. Cuando el Barça supo que el flanco ofensivo derecho marista era chollo (0/1 Krivochlykov, 0/2 Roberto, 2/3 Metlicic) pertrechó más el centro de su 5-1 con Chtchepkin y aprovechó que la inspiración de Kasper desapareciera. Y Ademar volvió a casa de vacío. Como empieza a ser costumbre cuando los pronósticos de Copa apuntan a León y cuando el bloque de Cadenas rema a favor. En Santander, el año pasado, por dar alas a Valladolid, que iba de feria, en Tudela, por resucitar al Barça más cadavérico que se recuerda, pero que al hilo de la vida que le dio León, camina directo a la final. Con eso, y con las dos superioridades que malgastó la escuadra de Cadenas, no fue difícil que el bloque azulgrana cambiara la dinámica de +3 en la que se movía el grueso de la primera mitad para el bloque leonés. El segundo cuarto fue fatídico, la incorporación de Colón no mejoró lo que aportaba Héctor, y el lanzamiento exterior de Ademar, ya nulo de por sí, se hizo cero. El regreso a la cancha fue aún más penoso. El Barcelona colocó un parcial 1-4 letal, que terminó de matar de una vez por todas el partido, y se agarró a la pista con fuerza (17-22). Las rotaciones fueron dando la oportunidad de pisar pista y banquillo a Kjelling (2/6 en lanzamientos mediada la segunda parte) y al resto de los pesos pesados del equipo. A la vista de cómo se estaba poniendo el partido, solamente quedaba la opción de fiar la suerte del choque a la individualidad del noruego y a la posibilidad de que las fuerzas fueran fallando a un equipo que tenía en la enfermería a Iker Romero, con una mano escayolada, y a Frode Hagen fulminado por un problema en la planta del pie que le mandó a la ducha con gestos de dolor ostensible. Al concierto de paradas de Barrufet se unió el sentimiento de duda general que se apoderó del ataque blanco, que buscaba desesperadamente un acelerón en el ritmo del partido para intentar que un desfallecimiento de fuerzas, por el evidente desgaste físico a que estaba siendo sometido el siete culé, hiciera mella. Más corazón y mejor cabeza Pero la fuerza de Valero y su trouppe no tenían que venir de las piernas, sino del corazón. Y ahí, ganó con diferencia el escudo catalán, capaz de remontar cuando el partido se le puso cuesta arriba. No lo hizo Ademar, que prefirió dedicar el esfuerzo final a arremeter contra la pareja arbitral dentro y fuera de la cancha, sin éxito. Fiel a la máxima de esta temporada, que sólo premia el esfuerzo de León frente al Barça cuando consigue llevar su casillero por encima de los 30 goles, Valero bajó el ritmo del partido en la recta final, para seguir bandeando con las cinco dianas de colchón que le había aportado el devenir del partido. Y las matemáticas volvieron a ser justas. Con 31 goles, León habría hecho premio. Y grande, porque esperaba la final, en teoría. La práctica apunta que Ademar sabe demasiado del cuento de la lechera, y por la mañana no se descartó incluso hacer título. Por la noche lo que se hizo fue las maletas. A arreglar el año con el billete a la Copa de Europa.

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