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Publicado por
NEMESIO RODRÍGUEZ
León

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«ESPERANDO a Roman Abramovich». Podría ser el título de una película, pero en realidad define el ambiente que domina en el fútbol europeo a un mes del cierre de la temporada 2003-04. ¿Qué hará este año el multimillonario ruso?. No cabe ninguna duda de que el mercado de fichajes vive pendiente de las maniobras del empresario del petróleo y del aluminio que en julio del pasado año irrumpió en el fútbol europeo con la compra del Chelsea. Abramovich pagó 37,5 millones de euros por el 50,09 por ciento de las acciones del histórico club londinense y luego se gastó más de 200 millones en fichar a medio mundo para competir «en pie de igualdad» con el Real Madrid, el Milán o el Manchester United. Con el italiano Claudio Ranieri como entrenador, Abramovich hizo trece fichajes a golpe de talonario, entre ellos los argentinos Hernán Crespo (23,5 millones) y Juan Sebastían Verón (21,1), el francés Claudio Makelele, arrebatado al Real Madrid por 22,4 millones, y el irlandés Damien Duff (23,9). Su fiebre compradora mereció las críticas del entonces secretario general de la Uefa, Gerhard Aigner, que en septiembre del pasado año advirtió de que la acumulación de «estrellas» sin cuidar la cantera «destruye las raíces del fútbol». Sin embargo, Abramovich no hizo nada distinto a la política «multinacional» que el Chelsea comenzó a aplicar en la década de los 90 cuando incorporó a Ruud Gullit, primero, y a Gianluca Vialli después. El club fundado en 1905 llegó a alinear en marzo de 2000 en un partido contra el Lazio italiano a 11 titulares extranjeros, un planteamiento que levantó muchas críticas contra el entonces director deportivo, Vialli. Lo único distinto ahora, y muy importante, es que el magnate ruso parece no tener medida cuando se trata de sacar la chequera del bolsillo para reforzar su plantilla y dar al Chlsea la gloria que en Inglaterra sólo alcanzó con la Liga de 1955. Los resultados han permitido a Abramovich hacer oídos sordos de las críticas: los «blues» se han clasificado por primera vez para las semifinales de la Liga de Campeones después de eliminar al Arsenal y en el campeonato inglés mantiene una sólida segunda plaza por detrás de los «cañoneros». Animado por esta experiencia, Abramovich comenzó pronto este año a revolver las aguas del mercado europeo con la intención de contratar, valga lo que valga, a toda estrella que se precie, sin importarle el peso y la historia del club de procedencia. No hay semana en la que se anuncien negociaciones, reales o falsas, sobre el interés de Abramovich por alguna estrella, con la consiguiente conmoción en el seno del club en que milita. Abramovich coqueteó en enero con Ronaldo. El «Fenómeno» se ganó una multa del Real Madrid por haver viajado a Londres sin permiso del club y no tuvo ningún reparo en declarar que fue sancionado por el «miedo» existente en el mundo del fútbol al petrolero ruso. «El club no me ha pedido ninguna explicación, ya que fui a Londres a hacer unas fotos, pero como allí está el ruso (Abramovich) que quiere fichar a todos, pues tienen miedo», dijo. En marzo le tocó el turno a Davidr Beckham, que admitió haberse reunido con Abramovich en febrero en Madrid pero precisó inmediatamente que estaba muy feliz en el Real y que las especulaciones sobre su vuelta a Inglaterra «son basura». Sobre el «Spice boy» vuelve hoy «La Gazzetta dello Sport» italiana que sostiene que Abramovich lanza de nuevo las redes sobre la estrella inglesa, en un intento de pesca en las aguas revueltas de la crisis de su matrimonio con Victoria Adams.