Ademar aprovecha la derrota del Barça y se hace aún más vicelíder

Sigue firme el paso de Ademar camino del único objetivo digno para lo que resta de temporada, y a la vista del tono que cobra el juego en las últimas jornadas, pocos indicios apuntan a que León pueda ser excluido del concierto europeo para la próxima temporada, pero como quiera que la meta se centra ahora en el subtítulo que venga a compensar el título que ya no puede llegar, el asunto es no perder ninguno de los puntos que restan, y a fe que en la misma línea en la que jugó el bloque marista ayer, es complicado que se caiga alguno por el camino, pero no menos difícil sumarlos. Hay tema. La primera mitad resultó un completo ejercicio de continuidad. Tácticamente el partido asistió apenas a un par de modificaciones sobre la marcha, más quizá por oxigenar a la gente en la que en realidad se apoyó el entramado en pista de los dos bandos que por modificar de verdad las pretensiones. León buscó la creación de Raúl Entrerríos y la colaboración de lanzamiento de Kjelling o Metlicic, dejó las alas como estaban, porque el margen de maniobra es estrecho en ese sentido, y alternó a los pivotes para atacar dependiendo de las situaciones. Si acaso, llamó más la atención la variante defensiva. Después de haber empezado dominando el partido (6-2) a la que Granollers puso parejos los guarismos (8-8) Cadenas optó por darle centímetros al 6-0 que parapetó el marco de Jorge, y en un momento de cambio a la americana, se ocuparon de la cobertura Olsson, Prendes, Vatne y Héctor. Casi nada. Granollers vivirá en su tiempo al amparo de lo que ofrece su laureada escuela de base, pero de momento, parece más solido cuando se trata de poner la responsabilidad en manos de los que más años de experiencia atesoran. José Luis en la dirección y Cavar en sus múltiples posibilidades, son la espina dorsal vallesana, y a excepción de los retazos iniciales que dibujó en la pista Raúl Campos, poco más le quedó en ataque al bloque de Montoya, que bajo palos, tampoco pudo acabar de contar del todo, como suele ser habitual en él, con Vicente Álamo. Así que, sin exclusiones en toda la primera parte, y con dos time out puntuales producto más de la necesidad de preparar los respectivos últimos ataques que por poner en claro trueques en asuntos de disposición, la primera parte murió plácida, con la sensación de que ni Granollers estaba dispuesto a dar por perdido el partido antes de tiempo ni León se había equivocado a la hora de analizar la posibilidad de que el partido se fuera al último sector de su desarrollo sin nada decidido aún. Porque este ritmo diesel que caracteriza a Granollers, que no se caracteriza por la velocidad, pero que tampoco habilita un despegue definitivo, suele ser la mejor fórmula para analizar virtudes y defectos de equipos como Ademar. Y como quiera que en ataque, los catalanes sellaron una conjura para no perder balones a ningún precio, el +3 del intermedio se antojó renta relativamente lógica. A aquellas alturas de partido, Jorge Martínez andaba en cinco paradas, Juanín (3/4) y Kjelling (2/3) eran lo más acertado de la anotación local y para poner coto al asunto leonés, en el bando de en frente, todo quedaba abonado a la suerte de los siete metros y de Cavar en la ejecución. El retorno a cancha resultó espectacular. Kasper enganchó un par de paradas seguidas, en sustitución de Jorge y Ademar se lanzó a un parcial 6-1 en el que ni siquiera la inferioridad puntual de dos minutos cercenó la carrera directa a por el triunfo y los puntos en la que se metió el bloque de Cadenas, que tuvo tiempo de permitirse hasta detalles para la galería, como aquella acción en la que Colón, harto de empellones por todos lados sin sanción, se decantó por lanzar de espaldas y recogiendo la bola entre los tobillos, asunto especialmente coreado en la grada. No anda sobrado el espectáculo de regalos de este tipo, y el partido lo agradeció. Montoya paró el partido para cambiar de portero y advertir a su gente que el mejor camino a una plaza europea no es dejarse avasallar de la manera en la que lo estaba haciendo el bloque de casa, y el técnico de casa respondió con otra nueva irrupción de Olsson en pista, por dar gusto al personal. El partido ganó en intensidad, que no en emoción, porque hacía minutos ya que el vicelíder estaba decidido a no soltar los puntos bajo ningún concepto. Ni siquiera aunque a esas horas de la tarde (23-18) Cavar llevara entre pecho y espalda ocho golitos. Detalles finales Con el partido ya resuelto, y un cuarto de hora por delante, la tarde se prestaba a florituras. Olsson dejó ver un toque de calidad finalizando un contragolpe, Vatne recibió un pase del sueco que era medio gol y se apuntó el otro medio, Héctor marco de seis metros cambiándose la pelota de mano... Esas cosas que se hacen cuando la confianza dicta el camino a seguir. Ni siquiera abandonar el camino del 5-1 en defensa y volver a cerrarse en 6-0 modificó el tema. A Perales y Curuvija les dio tiempo a recuperar de nuevo el sabor de los minutos en pista, ya con la aquiescencia de un partido que marchaba ya por el carril del triunfo.