Diario de León

La afición leonesa fue la que se lució en un ambiente muy hostil

La hinchada culturalista necesitó protección policial tras la invasión del campo ilerdense

García de Celis y el presidente del Lérida, Miquel Pons, en el descanso

García de Celis y el presidente del Lérida, Miquel Pons, en el descanso

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Ángel Fraguas - enviado especial | lleida
León

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La Cultural no caminó sola en el Camp d'Esports de Lleida. Los ciento ochenta seguidores leoneses se dejaron oir por el centro de Lleida desde que tomaron pie en tierra. La ciudad catalana dormía a las tres de la tarde la resaca de su fiesta del caracol. Los leoneses anunciaron su llegada bombo en mano. A más de uno le estropearon el sueño. Antes del encuentro, en los aledaños del estadio, los gritos de los enfervorizados leoneses se sintieron desde hora y media antes del comienzo del encuentro. Banderas, misivas y entrega total para hacer ver a los suyos que en Lleida estarían arropados. Cuando los de Aguiar saltaron al césped de los Camps d'Esports de Lleida comenzó la fiesta, que se prolongó hasta la conclusión del encuentro. La hinchada leones demostró lo que debe ser animar a los suyos de principio a fin, sin el mínimo punto de flaqueza. Sin arrugarse ante los pitidos de la grada local. Siempre se oyó más a los ciento ochenta leoneses que a los seis mil y pico ilerdenses. Además, los seguidores de la Cultural supieron como picar a los aficionados locales con los sones del «Viva España» o animando a los suyos con el nombre de España y el de León unidos. Los ilerdense contestaron de la peor manera: «Puta León» y «Puta España». No gustó a los forofos de la Cultural, que volvieron a la carga con sus cánticos durante todo el encuentro. Ni tan siquiera con el gol en contra cesaron de espolear a los suyos. Se crecieron, por encima de seis millares de gargantas, hasta estallar en los últimos minutos del partido con su más enérgico apoyo. Con el pitido final del colegiado del encuentro se dio paso a la invasión del rectángulo de juego por parte de la parroquia local. Los leoneses no se amedrentaron. Aún con la protección policial, los más osados hicieron «calvos» a los seguidores ilerdenses en sus narices. Como culminación final, los culturalistas retaron a los más hostiles forofos locales citándoles en León dentro de tres semanas. La hinchada leonesa salió victoriosa del campo leridano, al contrario que el equipo. Anuncian revancha en el plano deportivo y, a su vez, prometen seguir apoyando a los culturalistas hasta que las gargantas y los tambores ayuden.

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