El Espanyol envía al pozo a Valladolid y Celta
La cantera del club barcelonés lo salvó del descanso al superar al Murcia un equipo que renació tras echar a Clemente
El RCD Espanyol se salvó ayer del descenso en el último suspiro y con su triunfo ante el Real Murcia (2-0), con goles de Tamudo y Lopo, dejó en Segunda división al Real Valladolid y al Real Club Celta de Vigo, que se unen así al Murcia, ya descendido. La cantera salió al rescate del Espanyol. Raúl Tamudo tiró del equipo. Nunca falla un tipo como Tamudo. Le debe la vida este club a Tamudo. El abrió el camino, con Iván de la Peña como escudero, mientras que Lopo, otro futbolista comprometido con el RCD Espanyol, deja a este club histórico un año más en Primera divsiión. Al Espanyol es el único club al que le funcionó el cambio de entrenador. Se fue Javier Clemente y llegó Luis Fernández con varios refuerzos en Navidades. Y le fue bien el cambio. El descenso, el del Real Club Celta de Vigo, es el más inesperado. Un club que en verano se encontraba soñando, sentado en la mesa de las grandes locomotoras del fútbol europeo. De jugar en San Siro en Milán, contra Maldini, Costacurta, Kaká y Shevchenko a jugaer el año próximo en Ipurúa contra el Eibar, el club con más solera en la división de plata. Seguro que muchos célticos se acordarán de ese pasaje que cuenta Arsenio Iglesias en su libro biográfico. Iba un día Arsenio en el bus del Deportivo, desplazándose desde el aeropuerto de Fuenterrabía a San Sebastián. En el trayecto, desde la autopista se ve el estadio del Eibar. «Mirad», decía Arsenio dirigiéndose a los suyos, «hay que tener humildad, si no hacemos las cosas bien algún día podremos volver a jugar en ese campo», señalando a Ipurúa. Y es que la humildad siempre fue el argumento del Deportivo. Y a buen seguro de muchos integrantes del Celta, un club que ha pasado de tocar el cielo con las manos a ese famoso infierno que inventó el Atlético de Madrid y que tan duro fue superarlo. El Celta pagó caro el desgaste europeo de la Liga de Campeones. Las lesiones esquilmaron a Miguel Angel Lotina. Contaba un día Lotina que las bajas prolongadas de Edu, Gustavo López y Mostovoi equivalían a que el Real Madrid se quedara durante un par de meses sin Zidane, sin Figo y sin Raúl. Para ilustar el vacío que sufría el Celta, esa frase de Lotina fue entendida perfectamente en Madrid. La dinámica del Celta fue empeorando. Los nervios asediaron a todo un equipo, donde su bandera, su hombre referencia, el que tiró del club, tuvo un nombre y apellido: Juanfran. El lateral pidió paciencia a los aficionados que rodeaban y le amenazaban en su coche para exigir resultados. Y Juanfran casi acierta. Por su coraje, Juanfran no mereció descender. Ayer Juanfran abandonó Balaídos envuelto en lágrimas. Tampoco funcionó en Vigo el cambio de entrenador. Se marchó Lotina, llegó Antic, no se remontó el vuelto y dos hombres de la casa -Ramón Carnero y Rafa Sáez-, casi logran el milagro. Mejoraron el aspecto defensivo claramente, pero los otros resultados no le ayudaron en la recta final del campeonato. Una historia efímera La historia del Real Murcia ha sido efímera en Primera. Se vio enseguida que sus números estaban lejos de la regularidad. Joaquín Peiró contó con una plantilla justa donde los fichajes no aportaron todo lo que se esperaba de ellos. En el mercado de invierno llegaron Hurtado y Gancedo para intentar mejorar algo, pero el equipo se fue diluyendo conforme pasaban las jornadas. No funcionó tampoco el relevo de entrenador. John Toshack llegó para imponer mano dura. Y eso sí, dio una alegría a la gente de La Condomina, que en la penúltima jornada de Liga vio como ganaba al Real Madrid. De haber jugado todos los partidos con la intensidad que exhibieron ante el Madrid, seguro que el panorama habría cambiado. Luis García, un chico de la cantera del Madrid, apuntilló al Real Madrid y ha sido de lo poco salvable esta temporada. Otro club que movió el banquillo sin suerte fue el Real Valladolid. Fernando Vázquez dirigió con calma al equipo en la primera vuelta. Tal es así, que el Valladolid llegó a estar situado en posiciones cómodas en la mitad de la tabla. No se supo valorar en su momento la hazaña que manejaba el equipo. Y la segunda vuelta, especialmente el último tercio fue un suplicio. El Valladolid perdió además por lesión en plena temporada a Makukula. Esa fue su tumba. Makukula fue su referente arriba, un tipo simpático fuera del campo, que transmite alegría por donde va y cuyo concurso lo echó de menos el equipo pucelano. En pleno miedo de bajar, la directiva optó por echar a Fernando Vázquez y dar la batuta a su segundo entrenador, Antonio Santos. No tuvo suerte ni con sus resultados ni con los de sus rivales directos. El Valladolid, aún así, tuvo dos futbolistas interesantes, un canterano como Oscar, con llegada y definición en momentos importantes y un año más, el talento de Fernando Sales, que desde la banda derecha hizo una temporada aceptable.