El Magistral tiene un hueco claro en la élite de los mejores torneos

Un año más el Magistral Ciudad de León ha dado la talla. La nómina de participantes equilibrada y poderosa sirvió para que los numerosos aficionados que cada tarde seguían las partidas desde la sala de juego pudieran presenciar ajedrez del más alto nivel aunque fuera servido por grandes maestros que no jugaban bajo la presión del ELO ni de las partidas clásicas de seis horas. Lo que pudimos ver en León durante estos tres días fue otro ajedrez. Un ajedrez derivado de la preparación anterior de cada maestro para otros eventos de categoría superior pero con la suficiente calidad como para encontrarnos con partidas que aportaron novedades teóricas que mañana serán empleadas por otros colegas o aficionados cuando compitan. Pero además se ha visto en este Magistral que cada año las luchas son más interesantes y los maestros se emplean mucho más a fondo. Sin embargo este Magistral ha adolecido de una fuerza pareja entre los participanrtes. Mientras Shirov y Svidler son maestros de primera fuerza, Radjabov y Vallejo aún tienen que superar ciertas deficiencias en este tipo torneos, en concreto el español que adoleció de preparación, de ambición y en especial de un equilibrio sicológico a prueba de derrotas. La fuerza de Radjabov se ha demostrado importante y pronto veremos  a este joven de 15 años encaramarse en las más altas  cimas del ajedrez pues cualidades no le faltan y los grandes campeones ya le han augurado que no tardará en colocarse la ma¿xima corona de este deporte. En lo que respecta a Shirov, hemos visto desde el mimo comienzo del torneo que venía con ganas y a portadas. Su juego fue contundente  desde que se enfrentó a RAdjabov hasta que trituró a Svidler. Fue certero, seguro, inteligente e intuitivo. El campeón de Rusia quedó totalmente anulado ante él. Mientras el ruso intentaba a toda costa llevarle a un terreno más acorde con su estilo posicional incisivo, Shirov refutaba toda maniobra en este sentido y reconducía el juego hacia la lucha abierta. El cuerpo a cuerpo le va bien al letón y su capacidad de cálculo le permite adentrarse por los vericuetos más intrincados de algunas posiicones sin perder la orientación. Su olfato y esa suerte de sexto sentido que posee le hace un rival de los más peligrosos que un gran maestros se puede encontrar en  el tablero. El resultado, una máquina de triturar que no da respiro ni concede la mínima oportunidad al oponente. En resumen el XVII Magistral ha sido un modelo organizativo y el interés de sus partidas de infarto.