Diario de León
Publicado por
JULIO CASTRO
León

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AHORA, QUE ESTÁ tan de moda Troya, la expresión «presente griego» no es ajena a nadie. Hace referencia, como es natural, al caballo de madera -en cuyas entrañas, por cierto, nunca estuvo Aquiles, o bien Virgilio no se enteró-, e indica que lo que parece ser beneficio puede convertirse en maldición. Es lo que le ha pasado a Portugal en su debú: que organizaba la Eurocopa en el -quizá- mejor momento de juego de su historia, con un seleccionador campeón del mundo, y en consecuencia no podía perder. Por eso perdió. Contra Grecia. Claro. Los anfitriones de mundiales y copas continentales suelen llegar muy lejos en la competiciones que organizan. Es lógico. Tienen cuatro años para prepararlas sin compromisos clasificatorios de por medio y cuentan con el apoyo del público. Si hace falta, también con el de los colegiados (especialmente si son egipcios y se llaman Gamal Gandour), porque de lo contrario la afición local podría desilusionarse y no pasar por taquilla con tanta fruición. Esta vez la catástrofe puede ser completa. Y sin embargo, no extrañaría a nadie, porque la historia, con lo tozuda que es, la tía, no hace más que repetirse. Salvo aquel heterodoxo cabezazo de Marcelino que hace 40 años removió los cimientos del Kremlin, ni España ni Portugal son afectos a dar alegrías a su hinchada. Si, encima, ese año hay éxitos en competiciones de clubes, peor (en 2002, antes del Mundial, el Real Madrid ganó la Champions; en 2004 la ha ganado el Oporto). Es claro que, lo que para los demás equipos del mundo se traduce en apoyo y gasolina súper, para España y Portugal no es otra cosa que exceso de responsabilidad y canguelo por arrobas. ¿Y todavía hay quien pretende que nos presentemos en los eventos internacionales con 17 selecciones diferentes? ¡Selección ibérica, ya, y que incluyan a Andorra! Con un ridículo para toda la península, es suficiente.

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