Los controles de seguridad llegan a extremos casi surrealistas
La entrada al estadio fue un calvario para ambas aficiones. Los responsables de seguridad habían elaborado un catálogo de medidas militar que retrasó el acceso a la gradas. Uno por uno fueron cacheados todos los seguidores buscando objetos contundentes, bengalas, botellas de cristal... No dejaban pasar ni piezas de fruta. Si llevabas un manzana, pera o naranja te invitaban a comerla o depositarla en un cubo de basura. Tampoco se salvaron los enviados especiales. Cargados como mulas, superaron hasta cuatro controles diferentes para acceder a la zona de prensa. Hubo que vaciar la bolsas de efectos personales, quitarse el cinturón y la gorra, soltar las monedas, desmontar el teléfono móvil... Hubo quien se quitó los zapatos porque el maldito arco detector de metales no paraba de pitar. Al striptease no se llegó, aunque alguno se quedó con las ganas para combatir el cabreo. En cualquier caso, a la vista de las circunstancias, es de esperar que los próximos partidos se muevan por derroteros parecidos, aunque los agobios de la primera jornada ya han quedado atrás.