MI EUROCOPA
Contra el muro de Troya
NO PODEMOS decir que Grecia es una mala selección, pero sí que es una de las más feas que ha concebido el fútbol. Es un bloque que viene creciendo con principios viejos y elementales: buena defensa, rígida presión en el medio y un recital de balones colgados al área para que allí se parta la frente el delantero de turno. Cuentan con valores adicionales que no podemos negar: velocidad en los marcajes, disciplina espartana, nunca mejor dicho, y un sentido de la sobriedad que tiene mucho que ver con la pobreza técnica. No fue un partido fácil para España. Sáez deshojó la margarita repitiendo el mismo equipo que derrotó a Rusia. Se había barajado la posibilidad de que entraran Xabi Alonso y Fernando Torres. Pero el seleccionador optó por la continuidad, lo que puede leerse de diferentes modos. Uno que Sáez se decidiese por no romper la inercia ganadora, y otro, que no viera claro la conveniencia de desestabilizar su presunto once titular. Nada de lo que ocurrió en Oporto nos sorprendió. Grecia se mantuvo firme en el juego que le ha dado frutos, lo que obligó a los españoles a un sobreesfuerzo en la posesión, en la búsqueda desaforada por conservar una iniciativa que los griegos no tenían vergüenza en conceder. Sus razones como sus esperanzas tenían, y no eran otras que el contragolpe, aunque fuera un contragolpe previsible, generalmente protagonizado por su capitán Zagorakis o iniciado desde atrás en la búsqueda de Charisteas. A España hay pocas cosas que reprocharle en lo psicológico: quiso, lo buscó, se esforzó. Lo malo es que no encontró muchos caminos, ni tampoco muchas ideas. Precisamente, en el medio del campo empezaban las dificultades. Baraja no se encontró a gusto casi nunca rodeado de gente que le venía y si era preciso le pegaba. Lo intentaba Vicente por la izquierda donde tenía que vérselas con Seitaridis y, ¡ay! lo intentaba Raúl, que efectivamente no está volando como sabemos que vuela. A pesar de todo, suyo fue el taconazo que remató Morientes. Visto lo mediocre del partido, el empate casi fue justo, por más que el gol heleno no debió llegar. Aún nos queda Portugal, que no es ni mucho menos el mejor rival para jugarse la clasificación.