Menos mal, nos queda Portugal
El choque entre las aficiones deja un saldo colorista y de confraternización entre vecinos
Dos mareas rojas , una de color más vivo y otra burdeos, rivalizaron ayer pacíficamente, con aplausos, vítores y cánticos, en las gradas del Estadio Alvalade XXI en la que ha sido denominada la primera final anticipada de la Eurocopa 2004 y un auténtico derbi ibérico. Los multicolores asientos de la catedral verde y amarilla del Sporting de Lisboa, la casa de la que el madridista Luis Figo falta hace ya ocho años, fueron testigos del ruidoso y vistoso choque entre dos aficiones ibéricas. Horas antes del encuentro, las dos mareas fueron confluyendo desde todos los puntos cardinales lisboetas en Alvalade, en una animada y pacífica fiesta que tuvo uno de sus epicentros en el corazón de la capital lusa, la Plaza del Rossío, donde unos y otros se divirtieron y confraternizaron sin perder la esperanza de ver ganar a sus colores. Desde primera hora de la mañana también estaban inundados de rojo, amarillo y verde los alrededores del estadio. Al final del encuentro tan sólo se pudo ver la más inclinada al burdeos.