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SIN AFANES POLÉMICOS

Se apagó el sueño del ascenso

Publicado por
MARTÍN
León

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UNA TEMPORADA más resultó fallida la aventura del ascenso. En esta ocasión de manera tan amarga como concluyente; el amargor de la ilusión perdida, la evidencia de que ha sobrado una jornada para la sentencia. Punto final a la temporada. Punto y seguido en el caminar por el desierto de la Segunda B. De nuevo, volver a empezar, como en la letra del bolero o en el título de una película con guión deportivo. Después de altos y bajos, marcados con notoria fidelidad en la gráfica de la temporada (línea quebrada, máximos y mínimos), se llegó con trabajo denodado y suerte que todo -hay que decirlo- a la hora de la verdad; la fase de ascenso. Todo en juego a seis partidos, en los que un fallo puede decidirlo todo. Hubo, en teoría, suerte en el sorteo, luego en la práctica la suerte quedó borrada por la realidad amarga. De los cuatro pretendientes a la mano de doña Leonor, al ascenso, uno, el Celta B, partía como convidado de piedra, puesto que el descenso de su equipo «paterno» le impedía toda posibilidad, otro, el Pájara Playas, mostraba carencias económicas cercanas a la asfixia. Así las cosas, el premio quedaba reducido a una partida entre dos equipos, la Cultural y el Lérida. Quien de ellos consiguiera un balance favorable en sus enfrentamientos se llevaría el trigo candela a su molino, o el agua a su acequia. Dio primero el Lérida, curiosamente en el encuentro inicial de la Liguilla, era la victoria que ponía la posible piedra angular del edificio. Una victoria mínima, por un gol a cero, que hacía alimentar la llama de la esperanza. En el partido de vuelta, ganando por más de un gol diferencia nada quimérica, la piedra angular quedaba desactivada. Y en ese partido de vuelta se quemaron literalmente las posibilidades en el gol particular para los ilerdenses. Todo quedaba lista para sentencia; porque las posibilidades aritméticas únicamente servían para alimentar el entusiasmo, hecho credibilidad, de muchos. Los posibles fallos de uno y otro, que los hubo, quedaban compensados en una lógica que demostró serlo en la realidad. Total, sobra una jornada, el Lérida llega a la cima de la montaña y la Cultural se queda en la ladera, en caída vertical hacia el fondo que, ahora, debe ser parada por quienes pueden y deben. Esos mismos que precisan de una autocrítica seria en el examen y en las conclusiones. Es de todo punto necesaria para volver a empezar, para encontrar el oasis en el desierto.

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