DESDE EL CÓRNER
Contra viento y marea
IÑAKI SÁEZ confirmó ayer su continuidad como seleccionador español, y lo ha hecho contra viento y marea, pese a la oposición de los medios de comunicación y parte de la opinión pública, con la intención de asumir un nuevo reto. La prematura eliminación de España abrió la posibilidad de que Sáez, pese a que antes del torneo había llegado a un acuerdo para su renovación, dejara el banquillo de la selección, pero no fue así, porque el técnico vasco, que se reunió por la mañana con Villar optó por continuar y por asumir el siguiente reto, el Mundial 2006. Es un caso similar al que ocurrió hace cuatro años, tras el Mundial de Francia'98, con Javier Clemente, el seleccionador que le llevó al organigrama de la RFEF y con el que actuó de segundo. España entonces había caído a las primeras de cambio en un grupo también muy accesible (Nigeria, Paraguay y Bulgaria) y el clamor era tremendo. Clemente y la RFEF firmaron la continuidad, pero la derrota en Chipre en el primer partido oficial de la fase previa para la Eurocopa 2000 fue la gota que colmó el vaso y el entrenador dejó paso a la era Camacho. El adiós a Portugal 2004 fue un severo varapalo para el equipo español y para él como técnico en su primer gran torneo con la selección mayor. El fracaso contrata con sus éxitos en las categorías inferiores, entre ellos el Europeo sub'21 de 1998, el Mundial sub'20 de Nigeria de 1999, la plata olímpica en Sydney 2000 y el Europeo sub'19 de 2002. Sáez llegó a la selección española absoluta en el verano de 2002, tras el Mundial de Corea y Japón, en sustitución del actual técnico del Real Madrid, José Antonio Camacho. «Me han explicado los argumentos en los que se basan los directivos para que me haga cargo y han sido totalmente positivos y adecuados», declaró Sáez en el momento en que aceptó la oferta presentada por el presidente de la Federación Española de Fútbol, Villar. Fue elegido por ser un hombre de la casa y por conocer «lo que viene por detrás en el fútbol español». No en vano, Sáez dirigía a las selecciones inferiores desde 1996. Por ello, no dudó en renovar las convocatorias e introducir a jóvenes de su confianza que le habían respondido en los distintos equipos nacionales.