Diario de León

PUNTO DE VISTA

Cassano marcó el gol más sombrío

Publicado por
JOSÉ LUIS GARCI
León

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ALITALIA YA ha devuelto a la imbatida squadra azzurra a casita, que llueve. Su victoria in extremis ante Bulgaria, 2-1, no ha servido para nada. El gol de Cassano, en el tiempo añadido (en los viejos tiempos, descuento), ha sido el más triste del torneo. Unos segundos antes, Jonson había logrado empatar a dos, resultado con el que daneses y suecos se metían en cuartos. Con justicia. Trapattoni es un veterano entrenador, cargado de laureles en su país, amante del fútbol congelado, sin fantasía, de forcejeo continuo. En su haber, Matthaus. Le dio la batuta. Y aquel alemán poderoso, incansable, algo tosco, se transformó en un mariscal de campo, en el guía de su selección, en una mezcla de Beckenbauer y Fritz Walter. Desde hace quince años, Trapattoni busca un nuevo Matthaus, su ideal como futbolista total, pero Pirlo, por ejemplo, que es virtuoso, tiene otras características. Recuerdo cuando, allá por los sesenta, todos los entrenadores querían que sus extremos rezagados se movieran como Corso, pero, ay, no eran Corso. Sólo Lapetra se le igualó. A Trapattoni le encanta utilizar a sus jugadores como oscuros peones en combates sordos, pegajosos, lentos y aburridos; le priva la supremacía de la fuerza sobre la técnica, del empujón sobre la finta, del pasecito sobre la velocidad, colgar balones, en fin, en lugar de internarse por la banda. Trapattoni deja la selección italiana, eso sí, con una fidelidad a sí mismo apabullante. Abandona el fútbol sin haber arriesgado jamás, ni siquiera cuando perdía, ni, más aún, cuando, como el miércoles, estaba eliminado, pues no dio entrada a Di Vaio hasta el minuto ochenta y tantos. Es una enfermedad. Por mucho que quieran, algo les impide practicar el fútbol ofensivo. Una enfermedad. Les pasa lo que a los avaros. Aunque les des el dinero para la cena o para un taxi o la tribuna para la final, no hay tu tía, que diría el castizo. En el mejor de los casos, se tomarán un café con leche y un bollo, irán andando y venderán la localidad. El fútbol mundial está plagado de estos enfermos. Italia se ha ido con un buen equipo. Tenían el mejor portero del Euro 2004, Buffon; estupendos jugadores como Zambrotta o Pirlo; bastante más que una joven promesa, Cassano, y un fenómeno, Totti, más los habituales Nesta, Vieri, Del Piero..., todos en la elite europea. Pero no les han dado de cenar. Apenas un cafetito y una trenza. Y a base de bollería fina no se gana un Campeonato. Acabo de escuchar por la radio a Trapattoni: «Hemos hecho un buen trabajo». Parecía sincero. También Sáez en la rueda de prensa: «La nota para nuestra selección, un seis» (supongo que se refiere a una escala de cero a veinte). Total, que el de Cassano ha sido el más sombrío e inconsolable gol.

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