Diario de León

Portugal edifica su triunfo desde la fortaleza de Andrade y Carvalho

La concentración defensiva de los dos centrales lusos y la ayuda de Costinha amparan la victoria

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Ignacio Tylko - lisboa
León

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Los parabienes serán para los jugones y goleadores, algo tan viejo como el fútbol, pero Portugal se ganó el pase a la final desde la defensa, desde su inmensa zaga. A partir de una concentración extraordinaria y de un perfecto conocimiento del adversario, que para algo Scolari es un devoto de los vídeos, los soberbios centrales lusos empequeñecieron hasta anular la figura de Van Nistelrooy, que pasó como alma en pena por el Alvalade. El deportivista Andrade y el portista Ricardo Carvalho, que lleva camino de enamorar a Florentino Pérez como si fuera un galáctico, impartieron una lección magistral de cómo anular a un delantero centro, por más que tenga el gol por apellido y sea uno de los mejores del mundo. Anticipación y sincronización en sus movimientos, sin obviar el partidazo de Costinha al cortar el suministro de balones desde mediocampo, fueron las claves del éxito. Nada más pitar Frisk el inicio del partido, Carvalho y Andrade, tanto monta monta tanto, ya mostraron sus credenciales a Van Nistelrooy. Le hicieron ver que no gozaría de espacios para revolverse. Una y otra vez, los centrales dieron ese pasito hacia adelante fundamental en fútbol, ya que cuando un zaguero se empeña en recular hacia su área está muerto. Y si el ariete del United recibía algún balón, enseguida le encimaban uno u otro. Incómodo por tan estrecho cerco, Van Nistelrooy decidió retrasarse unos metros para tratar de arrastrar a los zagueros y posibilitar así la entrada de los centrocampistas. Pero ni Andrade ni Carvalho cayeron en la trampa. En ese momento era Costinha el que se juntaba a Ruud. Y si hacía falta, hasta Maniche o el mismísimo Deco colaboraban en la noche de la solidaridad. Desesperado por la falta de balones, la incapacidad de Robben para escapar de su inseparable Miguel y la intermitencia de Overmars, Van Nistelrooy comenzó a levantar los brazos. En una ocasión, se giró y la mando a mallas, pero el colegiado anuló el tanto por fuera de juego. No parecía la noche del delantero holandés. Llegó el 2-0, la obra de arte de Maniche, y todo parecía resuelto. Sólo un milagro podría permitir a los holandeses meterse en el partido. Y llegó cuando precisamente Andrade, muy forzado, despejó sobre su propia puerta un envío hacia Van Nistelrooy. Quedaba casi media hora por delante, pero los zagueros no temblaron ni cuando salieron Makaay y Van Hooijdonk. Entonces, les tocó imponerse por arriba.

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