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Los «gallos» aprovechan la caída de Mayo para apartarlo del Tour

Ibán, Zubeldia y Mercado se hunden en la general tras una accidentada etapa de pavés

Publicado por
Benito Urraburu - wasquehalt
León

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Los rostros de Iban Mayo y Haimar Zubeldia delataban su estado de ánimo. El muslo y la pierna izquierda desde la cadera, donde se golpeó Mayo cuando sufrió la caída a 70 kilómetros de la llegada, estaban desgarrados. Esta caída se produjo antes del primer tramo de pavés, que le iba a dejar descolgado de cara al podio de este Tour de Francia. Mayo y Zubeldia llegaron rotos física y moralmente, lo mismo que sus compañeros de equipo que trataron de hacer realidad un imposible: llevar a sus dos líderes para la general al grupo de cabeza. No pudieron. Iban Mayo y Haimar Zubeldia pagaron un precio muy alto por ser aspirantes al podio en París. El primer percance que han tenido lo han pagado, además de con sangre, con un retraso de 3:53 sobre los favoritos. No les dejaron tiempo para poder reaccionar. Sencillamente les eliminaron. La etapa la terminó ganando, al sprint, el francés Jean Patrick Nazon, por delante de Erik Zabel. El australiano Robbie McEwen se convertía en el nuevo líder, con un segundo de ventaja sobre Fabián Cancellara. Tener una caída a cuatro kilómetros del primer tramo de pavés es una verdadera desgracia, una de esas circunstancias de las que siempre hablamos en el Tour, que parece imposible que se produzca, pero que termina finalmente por suceder. Aquí sólo se puede estar tranquilo cuando se vuelve a casa. Iban Mayo, junto a Iker Flores y Egoi Martínez, además de Flecha, Michael Roogers, Velo, Da Cruz, dentro de una larga lista de nombres se engancharon en la parte delantera del pelotón. Mayo concretamente se enganchó con Benjamín Noval (US Postal). Los segundos que se pierden en esas circunstancias acaban por resultar vitales, decisivos. Si a la tensión que produce cualquier caída se añade la presencia de 2.800 metros de pavés, nos encontramos un drama en la carretera. Julián Gorospe, director de Euskaltel, paró a todos los hombres que iban delante. Haimar Zubeldia se quedó cortado también en la caída. Cambió de bicicleta y estuvo a punto de enlazar con el grupo principal. Para ellos sólo quedaban por delante 70 kilómetros dañinos, terribles, de agonía. La desgracia resultó completa puesto que Iker Flores y Egoi Martínez ni siquiera pudieron enlazar con el grupo en el que iban Mayo y Zubeldia, que se quedó con David y Unai Etxebarria, Iker Camaño e Iñigo Landaluze para trabajar. Voluntad, ganas, ilusión, coraje y trabajo nos les faltaron. Incluso contaron con la colaboración del equipo Balears, que se quedó con Menchov incrustado en ese grupo. Dos equipos, con ocho efectivos, no tenían nada que hacer frente a la demolición iniciada por el US Postal. Entre Hincapie, Ekimov y el propio Armstrong trituraron literalmente los pavés. Armstrong estaba encedido, sabedor de que se podía quitar de encima corredores como Mayo y Zubeldia, que podían complicarle la vida en montaña. No dudó. Voló sobre los adoquines. Iban Mayo, sobre todo, no se le iba a escapar vivo. Entrarían a su rueda el Telekom y el Phonak. Cuando esos tres equipos empezaron a poner corredores delante, el Tour, el podio, quedaba sentenciado para Mayo, Zubeldia, Menchov, Mercado y Christophe Moreau. Lo único que podía hacer, y que intentaron, es la que diferencia se amortiguase. Ante las estructuras desbocadas de las mejores formaciones del mundo no se puede hacer nada. La general del Tour se ha acabado para Zubeldia, Mayo, Menchov y Moreau. Sus planteamientos de carrera deberán de ser diferentes, buscando etapas. El pavés no fue la causa de ese adiós, fue la caída.

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