Haciendo limpieza

Esta película, la de La Mongie, ya la hemos visto en muchas ocasiones. Con el mismo actor principal, Lance Armstrong, y distintos secundarios, que es lo único que suele cambiar. Armstrong le dejó reinar por un día a Iván Basso. El balance de los Pirineos no se puede hacer hasta que se llegue a Plateau de Beille. La toma de contacto pirenaica no nos ha aportado nada nuevo, o mejor dicho, sí, que los que iban a ser sus compañeros de podio, Jan Ullrich y Tyler Hamilton han sufrido una indigestión pirenaica. La carrera está en el punto habitual que llevamos viviendo desde hace seis años: si Armstrong no falla será el ganador del Tour, con un pelotón que demostró estar enormemente fatigado, mucho. Nadie esperaba lo que vimos y las cosas pueden ir peor hoy. En esta carrera es difícil ir a mejor. Lo normal es que el desgaste se siga acusando y el hueco acabe por ser mucho mayor. Corredores como Mancebo, Sastre, Pereiro, Menchov, Mayo y Santos González sobrevivieron, que era lo único que podían hacer. Armstrong corre en otro mundo, en una carrera diferente. Le quedan pruebas por superar, bastantes, mientras va ganado un colchón de minutos muy rentable. En los pavés de dejó a Mayo, Moreu, Menchov y Zubeldia si miramos la clasificación del año pasado. En la contrarreloj por equipos pasó por encima a todo el mundo y gracias al baremo aplicado por los organizadores no le pegó una coz a la prueba.