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Armstrong encarrila el Tour y se concede el lujo de regalar la etapa

Los principales favoritos pierden en torno a los dos minutos en la primera cita pirenaica Especial: Tour de Francia

Ivan Basso celebra el triunfo y Armstrong refleja con el gesto suficiente la situación de la carrera

Publicado por
Benito Urraburu - la mongie
León

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Decíamos que los Pirineos se podrían convertir en un camino hacia la leyenda para Lance Armstrong, en dos cumbres en las que triunfó en 2002. No ganó en esta ocasión porque prefirió dejarle ese honor a Iván Basso, el único corredor italiano que no corre el Giro de Italia desde hace unos años para preparar el Tour. El año pasado lo quiso fichar. Cada vez que aparece un corredor que le puede hacer sombra, Armstrong intenta ficharle. Sucedió con Heras, también lo intentó con Basso, que prefirió ser su propio líder. Armstrong y Basso se quedaron solos, en una etapa muy extraña, con unas consecuencias inimaginables antes de disputarse. Thomas Voeckler sigue de líder, pero quien manda en la carrera es Armstrong. Ya es segundo en una general en la que los nombres importantes aparecen muy retrasados. Mientras Armstrong crecía en la carretera, Ullrich, Hamilton, Heras y otros muchos se derretían. Se sabía que no iba a ser una etapa en la que se marcasen muchas diferencias, pero el golpe conseguido por el corredor americano ha vuelto a ser casi decisivo, al menos psicológicamente. Su comportamiento y el de su equipo, US Postal, ha resultado perfecto. En una jornada extraña, en la que primero hubo mucho calor, luego lluvia abundante y finalmente, de nuevo sol, marcaron un ritmo fuerte antes del Aspin. Perdieron muy pronto a Beltrán y se quedó en La Mongie con Hincapié, Rubiera y el portugués Azevedo, el recambio de Heras, que aguantó hasta que faltaban cuatro kilómetros. Antes había atacado Carlos Sastre, que lo volvería a intentar más tarde, sin fortuna. El gran protagonista del día junto a Lance Armstrong fue Iván Basso, el italiano del CSC que finalizó séptimo el año pasado en el Tour. Tenerle cerca le puede venir bien un Lance Armstrong que escuchaba por su auricular como Johan Bruyneel, su director, le decía que Ullrich y Hamilton tenían problemas. Esa palabra, problemas, en ciclismo acaba transformándose en minutos perdidos. Jan Ullrich, del que sus propios compañeros de pelotón decían que estaba muy bien, se dejó 2:30 en una subida que no era para hacer las diferencias que se dieron. Tyler Hamilton se fue a 3:27, Roberto Heras a 2:57, Igor González de Galdeano, a 2:30. Es mejor mirar los nombres de quienes consiguieron verle de cerca. Mancebo, muy activo, volvió a demostrar que este puede ser su Tour, con 24 segundos cedidos. Carlos Sastre, que buscó el triunfo, finalizó a 33 segundos, Oscar Pereiro, a 50, Menchov a 59 e Iban Mayo a 1:03, junto a Santos González. Todos ellos terminaron rozando el minuto, aguantando el acelerón de Armstrong y Basso. Realmente, los únicos que trataron de desafiar el imperio del americano fueron Sastre y Mancebo. Los demás, bastante hicieron con soportarle, incluido un recuperado Aitor González. La etapa quedó reducida a los 13 kilómetros finales de ascensión gracias a la forma de correr del US Postal. No son normales las diferencias logradas, ni tampoco que Lance Armstrong no falle nunca. Nacido para el ciclismo Ha tenido diferentes compañeros de viaje y ninguno le ha aguantado. Y así llevamos seis años. Hay que dejar un margen abierto para la segunda etapa de montaña, momento del balance pirenaico, en el que la noticia sería que Armstrong fallase. A nuestro ciclismo le ha tocado recoger velas, mientras Italia ya tiene un corredor, Iván Basso, para soñar con la general. Un ciclista que hasta 2002, cuando finalizó undécimo en la general del Tour y fue maillot blanco como mejor joven, sólo había logrado finalizar una carrera de tres semanas, el Giro de 2000. El año pasado acabó séptimo, cambió de equipo, dejó el Fassa Bortolo para marcharse al CSC. Su cruz han sido siempre las contrarrelojes largas. En el Tour de 2003 perdió seis minutos en la primera contrarreloj y 2:15 en la segunda. El no tener una crono larga este año al principio le ha beneficiado. El pasado invierno estuvo en Copenhague para mejorar su aerodinámica. Iván Basso estaba destinado a ser ciclista. Con nueve años subió el Stelvio en bicicleta. Tardó nueve horas. Con doce, en una mountain-bike, escaló el Mortirolo. Su familia tiene una carnicería en Cassano Magnano. Su madre está enferma de cáncer en el hospital. Fue subcampeón del mundo juvenil en 1998, con Iban Mayo en cuarta posición. Fue campeón del mundo sub 23 en Holanda. Arrastra fama de ser un stajanovista del trabajo. El año pasado decía que «no estaba en condiciones de ganar el Tour, pero en tres años podría lograrlo». Igual no ha realizado mal sus cálculos.