Urdangarín pide una total entrega en el acto del izado de la bandera

A las seis de la tarde, con la estricta puntualidad que está presidiendo todos los actos oficiales de estas vísperas atenienses, la bandera española fue izada este jueves oficialmente en la Villa Olímpica. Fue una ceremonia breve y sencilla, sin mayor protocolo: discurso de bienvenida a las delegaciones (España, que estuvo representada por Iñaki Urdangarin y por la ministra de Educación Pilar Sansegundo, compartió protocolos con Bangladesh y las Islas Kidds y Navis), intercambio de saludos, himnos e izada de las respectivas banderas. En apenas un cuarto de hora ya estaba terminado un acto cuyo momento más emotivo se vivió justo al final, cuando Joaquín Agullá, el jefe de la misión española, depositó un ramo de flores al pie de la bandera nacional en recuerdo de la víctimas del 11-M. A partir de ese momento, el centenar de deportistas y técnicos españoles presentes en la ceremonia se dedicaron a confraternizar: bromas, fotografías de grupo, autógrafos... Los que no tenían entrenamiento por la tarde se quedaron en la zona internacional de la Villa, que es un hervidero de gentes que vienen y van, una Babel de lenguas, horarios, costumbres, colores y banderas al viento cuya visión hipnotiza. En esta ciudad del mundo siempre hay algo en lo que fijar la atención: ese grupo de media docena de muchachas checas de dos metros de altura que parecen andar sobre zancos; la figura extrañamente solitaria de Sebastian Coe, sentado en un murete de piedra en actitud pensativa; el enjambre de más de cien cámaras y periodistas japoneses que corre y se apelotona alrededor del gran judoka Kosei Inoue... La Villa Olímpica de Atenas ha acaparado buena parte de los elogios en estos días previos a la Juegos. Jacques Rogge, por ejemplo, la visitó el pasado lunes en compañía de José Antonio Samaranch y salió encantado de unas instalaciones donde ni siquiera la masiva presencia de policías y militares resulta atosigante. Da la sensación de que los agentes se esfuerzan por pasar desapercibidos, de forma que la Villa, a la que no se puede acceder ni en coche particular ni en taxi (sólo algunos tienen un permiso especial), no parezca una zona militarizada. -«Es la mejor Villa Olímpica que ha habido siempre. Fantástica»-, sentenció el presidente del COI. Aunque los dirigentes suelen ser propensos a este tipo de afirmaciones triunfales, de forma que la última Villa Olímpica acostumbra a ser para ellos la mejor de la historia, en este caso concreto parece que Jacques Rogge no va muy descaminado. Y es que son sus propios inquilinos los primeros en elogiar las condiciones de esta nueva ciudad levantada en lo que hasta hace poco era un secarral, salpicado de olivos, a los pies del monte Parnaso. -«En Sidney no estábamos mal, pero al final eran unas casas prefabricadas, unos barracones. No tiene comparación con esto»-, asegura la tiradora María Quintanal, que comparte su habitación con Pilar Fernández, su compañera del equipo de tiro. Apartamentos de 50.000 euros La Villa Olímpica ocupa una superficie de 1.240.000 metros cuadrados y está dividida en cuatro grandes sectores o constelaciones: Cassiopeia, Pegasus, Centaurus y Orión. Tras superar los controles de seguridad, la primera impresión que recibe el visitante es la de acceder a un lugar no ya nuevo sino recién rematado y estrenado, como si los albañiles y los jardineros que han trabajo aquí a destajo durante años acabaran de doblar la esquina. El complejo dispone de una gran zona residencial con edificios de tres alturas cuyos apartamentos, de dos, tres o cuatro habitaciones, se venderán a un precio medio de 50.000 euros al término de la Olimpiada. Cuenta, asimismo, con instalaciones deportivas, un Hospital Policlínico, un museo de los Juegos y un inmenso restaurante.