María Quintanal, la medallista de España, no pudo ni pasar a la final en doble trap

En los confines de Atenas, en Markopoulo, allí donde hasta el viento se extravía, el tiro español albergaba una segunda posibilidad de medalla. María Quintanal, flamante plata en foso, partía entre las favoritas de una prueba, el doble trap, que es su preferida. Sin embargo, las posibilidades de pasar a la ronda final se le escaparon a la bilbaína enseguida. Fue muy regular en sus participaciones (32, 33 y 32 platos rotos), pero por una vez esta condición no fue virtud, sino defecto. Finalizada la segunda tanda, Domingo Plaza, jefe del equipo español, sentenciaba: «No estará en la final». Él sí que demostró buena puntería en su vaticinio. María fue campeona del mundo en esta especialidad el año pasado. Se adjudicó el título en aquella ocasión con 107 platos. En esta oportunidad, con sólo 97 aciertos, finalizó en el puesto decimotercero entre quince participantes. Sin embargo, la María que atendió a los medios era una mujer feliz, bromista y satisfecha: «Todas somos muy amigas y no quería que me llamaran abusadora. No voy a ganar medallas todos los días». «Bueno, ya en serio -prosiguió- la verdad es que estaba reventada. Tampoco he podido dormir esta noche. A las siete de la mañana ya tenía los ojos como platos y nunca mejor dicho. Creo que estaba más nerviosa que en el día de mi boda. Se nota mucho la presión de unos Juegos y el que haya tanta gente pendiente de tu actuación. Curiosamente he fallado en la prueba en la que me siento más cómoda y que se me da mejor. No tengo excusas, porque el día estaba perfecto para tirar. No hay nada que decir».