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TENIS

Oro, pero un poquito desteñido

Conchita Martínez y Vivi Ruano paladean el regusto amargo de la medalla de plata después de perder la final del dobles femenino; España nunca ha conseguido ganar una final olímpica

Ruano, a la izquierda, celebra la medalla de plata mientras que Conchita la mira con tristeza

Publicado por
Domingo Pérez - atenas
León

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Una maldición persigue al tenis español en los Juegos. Desde que la raqueta es olímpica, desde Seúl 88, siempre ha logrado alguna medalla, pero jamás un oro. Y difícilmente estará nunca más cerca que este domingo de colgársela. Vivi Ruano y Conchita Martínez lo tenían todo a favor. Son mejores tenistas, más expertas, con mejor palmarés que Li y Sun y, sin embargo, cayeron con contundencia (6-3 y 6-3 en sólo una hora y 29 minutos) incapaces de rentabilizar los múltiples regalos (nada menos que 10 dobles faltas) de las dos orientales. Sólo una cosa podía inclinar la balanza hacia el lado chino. Únicamente en un aspecto Li y Sun superaban a las españolas, en la compenetración. No hay que olvidar que el deporte chino sigue siendo comunista. Pekín 2008 ha movilizado al gigante asiático. Sus dirigentes han dado una orden, han puesto dinero en la mesa y hay miles de millones de personas dispuestas a obedecer: crecer hasta el máximo posible en todos los deportes. El tenis chino no existía, en términos internacionales, hasta 2003. Ese año abrieron las puertas del país a sus mejores jugadores. Les nutrieron de fondos y entrenadores. Empezaron a viajar, a foguearse en torneos de nivel, a adquirir experiencia, a aprender a competir. Una de las parejas que se inventaron por entonces fue la formada por Ting Li (24 años) y Tian Tian Sun (22). A finales de 2002 eran el dúo 255 del mundo. Al concluir el 2003, el 48 y en estos momentos el 28. Por el medio no han parado de entrenarse y de jugar juntas. E incluso han cosechado tres torneos la temporada pasada (Quebec, Viena y Pattaya). De todos los duetos de esta competición formaban la única pareja auténtica de la competición. Su compenetración suponía su principal fortaleza y la explotaron al máximo. Mal en el servicio Vivi y Conchita aterrizaban en la final sin haber perdido ni un solo set. Por el camino fueron liquidando parejas que, como ellas, eran improvisadas combinaciones. Las nacionalidades en el circuito profesional no se tienen demasiado en cuenta. Ruano, número uno del mundo, actúa invariablemente con la argentina Paola Suárez. Conchita ha frecuentado esta campaña sobre todo a la eslovaca Husarova. Así se cruzaba en la final, por primera vez en su recorrido con una pareja estable. Y lo pagaron caro. Bajo presión les faltó la frescura que concede la costumbre. En cualquier caso, tampoco jugaron bien. Estuvieron por debajo de su nivel. Las chinas vivieron más de los fallos de las españolas que de sus propios aciertos. El primer error de la madrileña y la oscense fue el darle ritmo a dos pegadoras. Había que mandar bolas altas a la otra mitad de la cancha. No permitir que las empalaran. El segundo problema se situó junto a la red. No resolvieron casi ningún punto en la volea. Claro que las asiáticas tuvieron la habilidad de forzar que fuera Vivi la que aguantara de fondo y Conchi la que definiera delante. Las desplazaron de sus hábitats naturales. El tercer inconveniente estuvo en el agujero negro que fue el servicio de Vivi. La madrileña sirvió cinco veces y fue quebrada en cuatro. Y para rematar, ni siquiera tuvieron suerte. Pese a todo tuvieron opciones de crear presión, pero cada vez que disfrutaron de alguna oportunidad Sun o Li sacaron del mango de sus raquetas, como si de una chistera se tratara, alguna línea increíble.

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