El depredador de Brooklyn

JUSTIN Gatlin, que se ha convertido en el inesperado ganador de la medalla de oro de los 100 metros de los Juegos de Atenas, es un chico de Brooklyn que soñaba con alcanzar los logros de los grandes y de repente, como un depredador, cazó a todos los rivales que tenía a su lado y se ganó un billete para el Olimpo. El campeón del mundo de 60 metros en pista cubierta en Birmgingham 2003 dijo al poco de ganar en tierras británicas que no le bastaba con ello y que iba a seguir trabajando para mejorar y alcanzar logros más importantes. Todas las miradas en esta oportunidad estaban puestas en sus compatriotas Maurice Greene, que defendía el título, y Shawn Crawford, con el que protagonizó una semifinal peculiar al llegar ambos a la meta hablando, y hasta en el jamaicano Powell, el hombre que había derrotado a todos este año. Pero, como le gusta siempre, Gatlin es un hombre dispuesto a modificar las previsiones. Así ha ocurrido en el estadio Olímpico de Atenas. Este deportista nacido el 10 de febrero de 1982 en Brooklyn hizo saltar los pronósticos porque el estrambótico Crawford, Greene, Powell y el portugués de adopción Francis Obikwelu habían impresionado en las rondas precedentes. Desarrolló su talento competitivo en la Universidad de Tennessee, con la que consiguió cinco títulos universitarios de 100 y 200, aunque un problema con una medicación para tratar su déficit de atención que sufría desde niño estuvo a punto de costarle una sanción por dopaje. No ocurrió finalmente así y optó por dedicarse al atletismo profesionalmente. Trabaja bajo el mando de Trevor Graham, pero se considera un atleta distinto a las figuras a las que admira. Siempre ha opinado que «Linford Christie, Surin, Maurice Greene, Montgomery, Marion Jones, Johnson han hecho mucho, pero yo creo que puedo hacerlo». ¿Una premonición? ¿Cuestión de confianza?. Las pruebas son palpables.