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Degeneración en el río Esla

¿Quién escamoteó en su día las truchas de sus ricas aguas? ¿A quién corresponde en realidad la responsabilidad por la tremenda degradación de este río y de su cuenca?

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Publicado por
Ordoño Llamas Gil - león
León

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Decir Esla es referirse a la cuenca del Duero en su zona más importante en cuanto a caudal hidrológico se refiere, así como en lo relativo a capacidad para el mantenimiento y procreación de las poblaciones de trucha fario autóctona. Sus innumerables afluentes entre ríos y arroyos, casi todos provenientes de las estribaciones de la cordillera cantábrica en su vertiente sur, han demostrado desde tiempo inmemorial ser uno de los mejores hábitats de la península para estos fines, pues sus cristalinas y oxigenadas aguas siempre fueron un exponente de pureza ecológica que sólo pudieron igualar muy pocos ríos de esta misma cuenca situados en la zona del Duero naciente, entre Soria, Palencia y Burgos, pero individualmente, no como conjunto de afluentes privilegiados que desembocan en un solo río, el Esla, y que hacen que esté considerado como el gran afluente del Duero, poseedor de su propia e importante cuenca, especialmente dotada por la naturaleza en salmónidos del interior, como las hermosas truchas fario, reinas por derecho de los ecosistemas más impolutos. Hemos disfrutado, por tanto, de un hermoso y ya importante río, que ha pasado de ser un azote de la naturaleza en primaveras con importantes deshielos, cuando se permitía inundar grandes extensiones de terreno y terminaba los estíos con sequías donde el caudal era casi simbólico en sus zonas bajas, al tener controlados estos derroches de energía con varios pantanos importantes en su cuenca y uno más importante aún en su cauce, al que todos conocemos como el pantano de Riaño (La Remolina), que llega a almacenar más de seiscientos millones de metros cúbicos de agua que antes iban a parar directamnte al pantano del Esla, en Zamora, o al mar. En la actualidad, su caudal primaveral depende de las crecidas de sus afluentes, que aún no tienen pantanos, y nunca alcanza las proporciones de desastre de antaño. Viendo circular la inmensa masa de agua que se libera en verano, parece milagroso que pueda mantenerla por mucho tiempo sin quedar exhausto y sin reservas. Estamos refiriéndonos a un río que siempre tuvo una capacidad piscícola importante, preferentemente truchera y también de toda clase de ciprínidos, pudiendo incluir en los últimos años al blak-bass y al lucio, que también vinieron a aportar su atractivo, aunque hayan sido injustamente (desde mi punto de vista) demonizados y sacrificados en favor de una ilusoria recuperación de las demás especies que cohabitaban con ellos. Todo ello, a pesar de que ya durante los últimos años de libertad como río salvaje padeció varias lacras del progreso, como la contaminación, los ensayos eléctricos, la venta de truchas fario y el furtivismo. Dos épocas El Esla ha tenido dos épocas bien delimitadas: la primera, que abarcaría desde siempre hasta la década de los noventa en que comenzó a embalsar y desembalsar el pantano de Riaño, y se masificó el empleo de la pesca eléctrica para extraer al demonizado lucio, cabeza de turco por aquel entonces de la alarmante disminución de truchas, y también para contar y descontar estas censando su población, de la que este río, como los de toda su cuenca, disfrutó del mayor esplendor conocido en densidad de seres vivos habitantes de sus aguas, padeciendo algunos brotes de saprolegniosis durante los que aún salvó el tipo, enfermedad que por entonces ya había hecho estragos en el Órbigo y el Porma, sus dos mejores afluentes. Podían contarse por muchos millones las truchas que habitaban su recorrido, amén de barbos, bogas, cachos, carpas, tencas, gobios, bermejuelas, lamprehuelas, blak-basses y lucios, con los regalitos del cangrejo rojo y la perca sol, que hacían la delicia de todos los pescadores de caña, a pesar del furtivismo y las redes. Los frezaderos se hallaban siempre muy concurridos por truchas fario (no estériles, como parecen ser las de repoblación) y las bogas y los barbos subían por sus cauces también por millones, por lo que parecía que esta mina nunca seríamos capaces de acabar con ella. La segunda época comienza con los desembalses de Riaño y la citada pesca eléctrica masiva en todos sus cauces. Se debía suponer que al disponer de caudal muy abundante durante los veranos, las truchas se conservarían mucho mejor y criarían mas, teniendo en cuenta que los lucios subieron sólo hasta Villalquite o Quintana, como mucho, y que las truchas de zonas superiores en toda la cuenca sólo pudieron comérselas los lucios de dos patas a los que se debería y podría controlar, pero... También se puede suponer que al eliminar a los lucios eléctricamente, las zonas habitadas por ellos tenderían a regenerarse volviendo a ser habitadas con normalidad por ciprínidos, blasses y tencas, etcétera, pero... Si hacemos recuento (no eléctrico) de las especies importantes que casi han desaparecido o están en peligro en muchas zonas de la cuenca del Esla, podemos llegar a estas conclusiones. Las truchas en todo el Esla bajo, casi desde Pesquera. En el Órbigo bajo, casi desde Santa Marina o Sardonedo, y en el Porma desde El Condado, enclaves que mantienen el tipo con repoblaciones periódicas, que pescadas sin muerte desaparecen sin dejar rastro. Los cachos o escallos, desaparecidos por completo en todos los ríos, que sólo mantienen el tipo en el embalse de Luna, donde también se hallan en decadencia. Los blasses, desaparecidos casi por completo en todos los ríos, sólo se ven casualmente algunos ejemplares solitarios en algunas mangas o lagunas de zonas bajas. Las bogas, que subían por millones por todos los cauces, sobre todo por el Órbigo y el Esla, dejaron de hacerlo desde que empezaron los desembalses del Esla, y en la actualidad se ven sólamente ejemplares grandes con llagas redondas y rojas en su piel. Sin embargo, aún suben algunas de tamaño pequeño por el Bernesga y rl Torío, características de estos ríos, y se mantienen las que se han adueñado del pantano de Riaño. Los cangrejos autóctonos ( austropotamobuis pallipes ), exterminados vilmente (R.I.P.). Como ya no podemos culpar al lucio de lo deshabitadas que están las aguas del río Esla, porque tampoco quedan apenas lucios, hemos encontrado otro cabeza de turco a quien culpar de esta desolación en los cormoranes, que dicen que se han comido todo y en todo su recorrido ¿Quién les escamoteó las truchas que se están pescando ahora en Pesquera? ¿A quién corresponde en realidad la culpa de la degeneración del Esla y su cuenca?