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ATLETISMO SEMBLANZA

Lino cubre el error de Lamela y se queda con el bronce en longitud La saga de los Martínez

Marta Mendía entra en la final de altura y la representación masculina se apunta al tono gris

Lino, en el momento de la ceremonia de entrega de las medallas, besando la de bronce conquistada

Publicado por
José Antonio Diego MANUEL FRÍAS - atenas
León

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Joan Lino Martínez, cubano hasta el 9 de julio pasado, dio a España la segunda medalla en atletismo con un tercer puesto en la final de longitud que cubrió con piadoso velo el nuevo fracaso de Yago Lamela, incapaz de pasar a la mejora. Una semana después de que Paquillo Fernández se proclamara subcampeón olímpico de 20 kilómetros marcha, el nuevo Martínez dio al equipo español una medalla de bronce que su gran registro anterior de este año (8,26) permitía vislumbrar. Joan Lino Martínez (Lino forma parte del nombre) empezó mal, con 7,79 en su primer salto, pero ya en el segundo se encaramó al segundo puesto con la mejor marca de su vida: 8,32 metros. El concurso había quedado sentenciado con el registro del estadounidense Dwight Phillips en la primera ronda (8,59) pero las otras medallas tenían muchos pretendientes. Para entonces, Yago Lamela, que en Sydney no superó la calificación, había hecho dos nulos. En el tercero sólo alcanzaría los 7,98, una marca que le cerraba las puertas de los tres últimos saltos. La plata provisional de Martínez se trocó en bronce definitivo con el quinto salto del estadounidense John Muffit, que mejoró su marca personal con 8,47 metros y arrebató el segundo puesto al ex cubano. Lino, el mejor júnior del mundo en 1997 (8,06) y este año campeón iberoamericano en Huelva, había saltado esta temporada 8,26 y su forma mostraba una clara tendencia ascendente. En la calificación le había bastado un salto (8.10) para pasar a la final. En altura, Mendía se quedó con la plaza de Beitia. JOAN LINO MARTÍNEZ pertenecía al selecto grupo de atletas cubanos que se concentran durante más de seis meses en el Hostal Galicia, en Guadalajara, base estratégica operativa desde la que acuden a las principales reuniones europeas. Pero en el verano del 99 conoció a una chica de la ciudad, se enamoró de ella y acabaron casándose. Su intención inicial era vivir en España, pero seguir compitiendo para Cuba. Pero en su país no vieron con buenos ojos que Lino desease vivir en España. Pensaban que tarde o temprano sería un caso más de un talento exiliado y decidieron que fuese lo antes posible por lo que a Lino le fueron quitando poco a poco los privilegios que siempre tienen los deportistas de nivel en la isla. La gota que colmó el vaso de su paciencia fue su no convocatoria para los Juegos de Sidney -«me habían prometido que iría», apunta- por lo que a partir de ese momento solicitó a las autoridades de su país los papeles para salir de Cuba. Había pensado, incluso, dejar el deporte. En un principio le habían asegurado que en nuestro país obtendría pronto la nacionalización. También ahí se equivocaron. Pasaban los años y Lino Martínez veía como su caso seguía en el olvido. Su problema ya era la subsistencia de él y su familia (tiene una hija), además del problema deportivo. Los patrocinadores le dejaron de lado porque había firmado con la condición de ser español y esto no llegaba. Ayer pudo resarcirse de todo su pasado y por fin volvió a la senda del éxito.

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