LUCHA LEONESA 2000
¿Realidad o ficción? (II)
LOS LUCHÍSTICOS problemas que se perpetúan en el tiempo, se hacen más tangibles y perceptibles. Y la realidad que se percibe resulta difícil de «colar» como irrealidad rebuscada por algún columnista demasiado quisquilloso y osado. El enquistado problema arbitral y que no se soluciona haciendo que «piten» 2: no es cuestión de que 4 ojos (por qué no 6 u 8...?) vean más que 2, sino que vean mejor (capacidad, criterio, personalidad). Ya saben, por ética -buen estilo y austera administración- y por estética: superación de antiestéticas escenificaciones como «el vestuario entre el público», el pesaje escasamente privado y reservado, la permisividad de luchar en una Categoría distinta -superior obviamente- a la que corresponde a su propio y reglamentario Peso, el compadreo de la Inscripción en pleno desarrollo del corro y así así podríamos seguir: ¿Realidad o ficción? Recuerden, el «falseo» (de la realidad) es una muy «aluchera maña». Realidad y no ficción al hilo de la cutre puesta en escena. Paradigma de las luchísticas chapuzas, en este caso vía las consideradas y exaltadas «modernas estructuras»: el derroche millonario del Colieseo de Riaño (para una vez al año); sin los servicios más elementales y ya no digamos vestuarios, duchas, enfermería/sala de curas, tribuna presidencial en serio... y para colmo con cortísimo diámetro lo que propicia que el público «esté encima» del Círculo de Lucha y de una Mesa del Jurado sin aislar, desprotegida y en precario... Enlazado con lo anterior, ¿tan difícil disponer de una «rulot» con ducha incorporada a disposición de los luchadores y aprovechable para pesaje/masaje/curas...? Y pensando en los espectadores, en el mercado existen empresas que proveen y alquilan urinarios/retretes portátiles... que eviten tener que «ir a mear» a la sebe, a la tapia, o al pantano. La aportación de tal instalación «evacuatoria» habría de ser una federativa exigencia contractual al igual que -por ejemplo- la exigible puesta a punto del césped y demás por cuenta de los mal-llamados organizadores (quien organiza es el órgano técnico): ni siquiera les correspondería la impropia denominación de patrocinadores si los aficionados han tenido que pasar por taquilla «patrocinando». O sea que ni Riaño, Boñar o Mansilla patrocinan y paradójicamente sí que lo hacen Vegaquemada, Valdepiélago, La Vecila, Lillo, Valdefresno... A propósito del cubrerío luchístico, si el «León-Socialista» está de moda, y el socialismo impulsa la «moda-glamur-vogue» bien le vendría a la Lucha Leonesa un aporte desde el influyente socialismo cazurro. La semana pasada facilitábamos una pista sobre las deserciones -numerosísimas- de aficionados, cura casuística -señalábamos- habría que evaluar y ponderar en profundidad; a bote pronto y aportada por varios ex-seguidores: salvo contados combates los corros resultan tan tediosos que aburren hasta a las ovejas. Bien, pues alguna pista también en relación con las deserciones en la práctica de la Lucha: las lesiones o el temor a lesionarse, así como el cinto «o cincho o sobeo de asobear» particularmente en el caso de los luchadores de menos peso dentro de cada Categoría. Al hilo de lo anterior, del grave problema de los abandonos pero llevado a los juveniles e infantiles, un aficionado nos precisaba que en esta Lucha de Base lo que alejaba a los chavales era la falta de estímulos; deportivos y de todo orden (mediáticos, público y aplausos, viajes, atenciones y detalles...). Desgraciadamente nada ficticio y absolutamente real.