Sobraron almenas, faltaron leones

Cuando salió Francisco Fernández al escenario, algunos despistados que hacían pasillo en los laterales del Auditorio, con traje cruzado de raya diplomática, agarraron la pista tendida por Iñaki Cano. «Ya es hora de que hable el alcalde de León», dejó caer el bigote del dúo de presentadores de la gala. «¡Anda!, si es verdad que se sale de la capital leonesa», mascullaron por la comisura de los labios. Cierto es que, pese al cartel de entrada que tuvieron que cruzar más allá de Armunia, pocos gestos dentro de la ceremonia denotaron la titularidad de la plaza en la que se ofició la puesta de largo de la ronda española del 2004. Para acabar de liar a los asistentes, y a aquellos que por medio del televisor escaparon a La 2, a los encargados de la escenografía les dio por situar a la derecha del escenario una almena, en la que dos muñegotes, condes (quizá de Carrión), según el trato dispensado por el presentador, charlaron amistosamente. Al menos se echó en falta un león en la nómina de figurantes, aunque fuera el que sacaba Mari Carmen en sus actuaciones. La rueda de equipos en el escenario abundó en las habilidades sociales de Iñaki Cano, que supo mantener un ambiente abierto en que imbuir a los asistentes, y el don de lenguas de Carlos de Andrés. En una de esas demostraciones, Óscar Sevilla se quedó de palo. Avanzó la fila hacia el atril y el albaceteño se fijó junto a los presentadores. Entonces, el micro se saltó el orden para buscar a Tyler Hamilton, aplaudido por su medalla de oro en ciclismo en ruta, sin tiempo para la risa de pillo del escalador español. Melendi sucedió a la publicidad en el último tramo de la gala. Se coló el audio dos segundos antes y el play back del asturiano quedó desnudo (Raúl lo había disimulado a golpe de flequillo y pelvis). «Hablando en plata, soñando en oro». Los aplausos encontraron su punto álgido en cada una de las salidas de los conjuntos más conocidos: Illes Balears-Banesto, Phonak, Rabobank... hasta que salió Costa Valenciana-Kelme, que cosechó la mayor remesa de vítores en apuesta por Alejandro Valverde, Javier Pascual mediante. «Se les cae la boina», pensó alguno al final. Pero es que, para una vez que vienen de fuera, hay que ser educado y descubrirse.