Los matices del otro fútbol

TRANQUILO, sereno, firmando autógrafos a los militares que en nombre de España aún se encuentran controlando la paz en Bosnia, Luis Aragonés, anda en las últimas horas intentando explicar a los suyos que este equipo debe mejorar y aprender a competir. En una charla, Luis habló ya también del otro fútbol, de esos matices que son necesarios para ganar un Europeo o un Mundial. ¿Encerrona en el pequeño Bilino Polje? «!Qué van a encerrarnos!», responde Luis, un tipo que cómo él dice sabe más por viejo que por diablo y ni pestañea ante la retahíla de tópicos inherentes al fútbol. A Luis, en el fondo, le vino bien el partido ante Escocia. Allí, en pleno diluvio, se exhibieron algunas de los defectos que él ya ha detectado en esta selección. Entre ellos, la ausencia de malicia. España no sabe disimular. A Marchena le inflaron a palos, pero cuando él contestó a las agresiones se le vio demasiado. Y eso en un partido oficial es expulsión. Luis quiere desterrar ese tipo de acciones y quiere que el futbolista español sea más pillo, más listo, más espabilado. Igual le pasó a Tamudo en el Ciudad de Levante, que en un momento determinado sufrió una agresión, que intentó contestar airadamente, cuando según Luis, hay que tener calma y oficio de futbolista maduro para saber aguantar y esperarle en la próxima. Mañana debuta Luis. Tiene 66 años, mucho mundo vivido y aunque lo disimule, tiene mariposas en el estómago. La lógica inquietud en la víspera de su debut oficial. Hoy pensaba su primera alineación, mientras pensativo desde el autobús ve como aún quedan para el recuerdo los balazos y las heridas de guerra que conservan muchas viviendas de Sarajevo, repletas de agujeros en sus fachadas en un país en reconstrucción que intenta vertebrarse ideológicamente a través del fútbol.