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Veinte años y un día después, la Copa halló su primer Rey

El jugador de Grandoso consigue hacerse por primera vez en la historia, desde su fundación en 1974, con el trofeo de Su Majestad, tras ganar en Barcelona su quinto Campeonato Nacional

Después de tocarla cuatro años, Fernando Alonso ya posee la copa

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Pedro Caballero - león
León

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La historia está hecha de grandes esperas; no en vano tiene por delante todo el futuro para concederse tiempo. La que protagoniza Fernando Alonso Pérez (Grandoso, 1966) empezó hace treinta años y sin que ni siquiera se diera cuenta hasta una década después. En 1974, la primera edición del Campeonato Nacional de bolo leonés instauró como premio la Copa de su Majestad el Rey. A las primeras manos que se posaron sobre la jarra elaborada en plata, las de Rubén Gutiérrez, se les prohibió llevarla a casa hasta que no acreditaran tres triunfos de forma consecutiva o cinco de manera alterna. Fernando Alonso tuvo que esperar diez años para mirarla de cerca. En 1984, con la treintena cumplida, templó el pulso sobre el castro y anotó la primera raya. Desde entonces, hasta este pasado fin de semana, en el club Belvitge de Barcelona, han pasado veinte años y más de un día con el hueco de la estantería solo, habitado por el polvo, y la copa en las arcas de la federación, sin nadie que estrenara su brillo. De las cinco ocasiones en las que ha trepado al peldaño más alto de podio no recuerda ninguna con mayor intensidad, aunque hace un guiño «a la conseguida en Boñar, en 1986». Natural de Grandoso, pueblo cercano a la villa del Negrillón, el paisanaje tira de las guías del bigote de la afabilidad de este leonés, que aprendió a jugar muy pequeño y creció bajo la boina de «Zacarías, Nemesio o Manolín...», de los que heredó la afición por el castro. Fernando Alonso tampoco concede mayor trascendencia a sus triunfos, pues asegura que «tiene que acompañar la suerte», y fija en «veinte o treinta la nómina de jugadores que están al más alto nivel», aunque cita con mayor énfasis a «Rubén Gutiérrez (que tiene tres nacionales) y Antonio Ordás (con cuatro triunfos en la prueba máxima)». Más apoyo y promoción Jugador estilista, de técnica consumada y habilidad; bola alta y serena sobre el castro de juego, perfectamente atornillada sobre el miche -para ambas manos-, sabe imprimir las revoluciones necesarias para que no se le escape fuera de la línea de parada. Pese a que la mayoría de su currículum pertenece al campo individual, no duda en afirmar que el jugo del juego «está en las partidas (por parejas o de cuatro)», puesto que considera al unipersonal «más frío y sin la animación y la solera del grupo (con o sin apuesta)». En todo el tiempo que lleva dentro del cuadro, considera que el mayor avance del bolo leonés «ha sido la bolera cubierta, porque permite que la gente pueda jugar en mejores condiciones durante todo el año»; y echa de menos «mayor implicación política para que pueda dar un salto cualitativo», además de «un trabajo que empiece a promocionar el deporte por la base». Ahora, la historia vuelve a empezar desde cero para Fernando Alonso si quiera poner pareja a su Copa en el aparador de la sala. Algunos aseguran que todo es cíclico. De momento, bola alta y que ruede.

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