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MARRO
León

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AVANCE CON RETROCESO: versus, lo que se hacía y no se hace. Y que no es poco. Algunas cuestiones tan flagrantes como mantener abierta la inscripción de luchadores una vez iniciado el corro y seguir con el pesaje para las categorías que restan, con el consiguiente mal efecto y chapucera imagen. Bien, pues hace 30 ó 40 años el cierre de la inscripción era absoluto para todos los pesos, al tiempo que el emparejamiento dentro de cada categoría lo era buscando la máxima afinidad de pesos hasta el final; y hasta el final se reiteraba megafónicamente el peso de cada pareja: dato básico para el espectador del primer combate al último y que no se puede retener desde la presentación conjunto del inicio. Patrocinadores reales y auténticos frente a ficticios y de boquilla. Y ya no digamos la permisividad para con quienes llegan a rogarse su condición de «organizador», cuando en rigor -no en ficción- ni tan siquiera ejercen de patrocinadores puesto que en realidad patrocina el público «pagano». ¿Más retrocesos? Compadreos, paternalismos... «y gratitudes» (al parecer algún luchador «más agraciado y agradecido» que otros). Sin tomar una más que saludable distancia; no para distanciarse de los problemas, sino para tomar esa distancia que proporciona perspectiva. Frialdad en las decisiones. Enjuiciamientos fríos, evaluando con seriedad y rigor. Análisis crítico. Analítica en profundidad. Pero sobre todo sin autocrítica el «avanzar retrocediendo» queda garantizado. El retroceso a bordo del «aluche de la boina» viene marcado sobremanera por la presentación y la puesta en escena de los corros. Si es que «León está de moda» a cuenta del conseguidor, o más bien el prometedor, seguimos a la espera de que ello repercuta en la actualización de la puesta en escena y en la mejora de la imagen en general de la lucha leonesa. Y al hilo de este patente empobrecimiento de nuestra imagen luchística, incidimos en que si el «León socialista» está en la cresta (de la moda) y el socialismo nacional impulsa la «moda-glamour-vogue-fashion», bien le vendría a la lucha Leonesa un aporte desde el influyente socialismo cazurro vía la imagen tirando a glamurosa de la que está tan falto precisamente el primero y más leonés de los deportes. Y es que el «cutrerío aluchero», el aluche de lo cutre, no se subsana -no se oculta- con el «coliseo de Riaño/ para una vez al año»... y carente de los servicios más básicos; si ésta es considerada una moderna y deslumbrante instalación ¡cómo serán el resto! Realidad y no ficción, recuerden, que al hilo de lo anterior y con carácter general para todos los corros cabría exigir un mínimo de dotaciones que dignificasen mínimamente el entorno y el contexto del espectáculo (ya que no el espectáculo en sí); empezando por algún tipo de instalación «evacuatoria» para el espectador (elemental en pleno siglo XXI)... y siguiendo con tantas y tantas carencias que tanto hacen resentir la imagen de los corros. Recuerden, realidad y (no) ficción. Y para esta «realidad real», Marro ni dispone de espías ni confidentes -aviso a navegantes-, ni para opinar precisa «padecer» los corros ni indagar en los mentideros luchísticos. Le basta intuición y sentido deductivo para dar opiniones -argumentadas en lo posible- por su cuenta y con su riesgo; y sometido al arriesgamiento, y hasta deseoso, de la réplica debatidora (igual de argumentada)... que nunca llega. Ya no digamos si no se tiene la antena no desconectada. Y así no es posible sustraerse -por ejemplo- al comentario de un aficionado de Barrillos en el sentido de que prácticamente toda la brillante generación de luchadores de los años ochenta de este pueblo, ha acabado con algún tipo de secuelas físicas; y reta: a ver si son capaces de desmentirlo los afectados. Aficionado que, sobre la marcha, añade nombres a la relación de «mancaos y/o retiraos», en fechas relativamente recientes y en general nada veteranos: el Vaquero de Trascastro, Angel-Alonso de Campohermoso, Santiago de Villamoros, Cascallana de Villanueva, el Garricha de Liegos, el de Remolina, el de La Virgen, los pocos que quedaban en Taranilla y Prioro, alguno más de León capital.

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