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Raúl y el Madrid resucitan juntos (4-2)

La tradicional remontada épica, que se hizo tan famosa en Europa, saca al equipo del hoyo

Publicado por
Ignacio Tylko - madrid
León

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El Real Madrid recupera sus tradicionales señas de identidad. A base de casta, del espíritu competitivo de sus estrellas, del poder intimidatorio del Bernabéu, de ciertas ayudas arbitrales y sobre todo de su capitán Raúl, resurgió de sus cenizas, tumbó al Roma, que pagó caro su conservadurismo, y se reconcilió con su afición. No hizo un fútbol deslumbrante, pero este Madrid sí tuvo coraje, agallas. Se vino arriba como un gran campeón cuando el rival le tenía prácticamente noqueado y tuvo una pegada enorme. Esta vez nadie se escondió ni deambuló sobre el césped jugando al paso. Todos lo intentaron con esa fe que mueve montañas y aportaron su granito de arena para firmar una remontada épica. Especialmente, el duelo deja dos nombres propios. El de Raúl, que ha recuperado el ángel, y el de Roberto Carlos, que cerró el duelo con un zurdazo antológico que puso el Bernabéu patas arriba, como en las grandes ocasiones. Pero antes de que el brasileño colocase la guinda, el madrileño intervino en las tres acciones decisivas. Raúl acortó distancias antes del descanso, en el momento más oportuno, con un tiro imposible que se coló tras golpear en un zaguero, provocó en el arranque de la segunda parte el penalti por un empujoncito de Panucci de los que se pitan uno de mil y anotó el tercero lanzándose al suelo para desviar un centro-chut de Figo. Dos goles tres días después del firmado en La Catedral. El duelo entre dos equipos grandes en crisis, obligados a cambiar de actitud para tratar de lavar su imagen en el incomparable escaparate de la 'Champions', tenía que ofrecer alternativas. Aunque sólo fuese por ganas, voluntad, e intención propias y errores ajenos. Arranque lamentable No pudo comenzar la noche de forma más lamentable para el Real Madrid. Cayó de nuevo en sus endémicos errores defensivos, se desequilibró al tratar de juntar sus líneas y lo acusó más que nunca porque se encontró con un rival italiano, es decir, acostumbrado a extraer petróleo de escasas ocasiones de gol. En el primer desajuste, Mancini se internó en el área como Pedro por su casa y no marcó porque Casillas, primero, y Helguera, a continuación, lo evitaron. Pero tras el rechace del córner, toda la zaga se quedó contemplativa y observó en privilegiada posición cómo Dellas asistía para que De Rossi marcase. Aunque los blancos ejercían el dominio territorial, en gran parte porque los romanos les dejaban, entonces había más sensación de peligro en la portería de Casillas que en la de Pelizzoli. Totti, deseoso de convencer a Florentino Pérez de que se equivocó al no cerrar su fichaje, completó un primer tiempo espléndido. Se movió como pez en el agua entre las líneas merengues y firmó una jugada excepcional que, de nuevo ante la mirada de los defensores y tras un toque certero de Perrotta, acabó dejando el gol en bandeja a Cassano, otro de los que no perdonan. Luego, lanzaría con violencia un golpe franco que salvó Casillas. Junto a sus compañeros, dejó en evidencia al argentino Samuel, válido para jugar arropado, con otros dos centrales, pero lento en una zaga tan expuesta como la blanca. Pero lejos de hundirse ante la adversidad, el Madrid sacó el orgullo y se vino con descaro arriba. Sin gran brillo pero con todos sus futbolistas vivos, dispuestos para la batalla, arrinconó a una Roma a la que le entraron las dudas, que son infinitas. Responsabilidades asumidas Zidane, Figo, Beckham...todos asumieron esta vez su responsabilidad. También Roberto Carlos, deseoso de congraciarse desde el primer momento con una grada en contra. Con el acierto y la pizca la suerte que tanto echó de menos en los últimos meses, Raúl mantuvo en pie a su equipo. Listo como nadie, llenó de incertidumbre a los rivales al marcar cerca del entreacto. Fue un gol muy protestado por los transalpinos ya que vino precedido por un mal saque de banda de Zidane. Reproches al árbitro ruso que aumentaron con ese extraño penalti en el que Panucci pecó de ingenuo. A partir de ahí, festival blanco y éxtasis en la grada. En Italia echarán humo, seguro que verán una mano negra que castigue la agresión.

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