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Al Valencia le dio por regalar el triunfo a los campeones alemanes (2-1)

Ranieri se dejó llevar por el miedo cuando hizo los cambios y dio oxígeno al Bremen

Magnin salta en posición estrambótica por encima de Angulo, en una acción especialmente plástica

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Vicente Costa - bremen
León

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El Valencia desperdició una oportunidad pintiparada de acariciar su pase a la siguiente ronda en la Liga de Campeones ya que tuvo agonizante al Werder Bremen y le dejó recuperarse lamentablemente hasta firmar la merecida remontada. Tras un gran primer período en el que incluso pudo sentenciar, el equipo español se vino abajo con estrépito en la segunda mitad a causa de la absurda expulsión de un internacional como Marchena, que debió haber sido más inteligente, y a los miedosos cambios de Ranieri. El duelo tuvo el arranque soñado para el Valencia, que dejó helado al campeón alemán en su primera llegada. Un gol, con sólo un minuto de juego, al más puro estilo de los equipos de Ranieri. Robo de balón, salida veloz y al primer toque al contragolpe, internada por la banda y excelente definición. Corradi, Carboni, por quien no pasan los años -tiene 39 y sigue en plena forma- y Vicente, protagonizaron esa acción de manual. Con un fútbol más práctico que vistoso, el Valencia manejó con solvencia la situación en el primer período. Se cerró muy bien y en cada salida a la contra puso un nudo en la garganta de los fríos teutones. La pena es que ni Di Vaio, un muy buen y rápido delantero, ni Corradi, un ariete espigado de corte más clásico, acertaron en sus ocasiones, incluida un balón al palo. Pese a que ya ejercieron el dominio territorial, los alemanes murieron una y otra vez en el notable entramado defensivo 'ché'. Lo más peligroso, al margen de un gol anulado por fuera de juego a Borowski, fue una incursión en el área del paraguayo Valdez. Menos mal que, muy escorado, disparó fuera. Desesperados por ese quiero y no puedo, los alemanes la tomaron con el árbitro inglés, que acertó al no indicar un penalti por un supuesto derribo de Marchena a Micoud. El decorado cambió por completo en la reanudación. Y lo hizo porque Marchena pecó de ingenuo y provocó su expulsión con una absurda falta cuando ya tenía una tarjeta, y a continuación a Ranieri le entró el temblor. Quitó a Di Vaio, el mejor sobre el césped, introdujo a Pellegrino y trasladó esa sensación de temor a sus jugadores. Abocados al suicidio El Valencia se atrincheró en su área y eso es casi un suicidio ante rivales alemanes, que jueguen mejor o peor saben como nadie bombardear a los rivales reservones que se les echan atrás. Empató enseguida Klose en un error defensivo de los valencianos, que reclamaron un inexistente fuera de juego, y a partir de ahí campeón español sufrió un asedio terrible ante un rival que puso toda su artillería. La derrota parecía cantada y si no llegó antes fue porque Borowski lanzó al poste y el griego Charisteas, él mismo jugador que no perdonaba en la Eurocopa, falló un cabezazo en las mismas narices de Cañizares, que se encontró con el balón. Lamentablemente, el gol del triunfo llegó cuando el Valencia menos sufría.