Diario de León

Ronaldo se convierte en baja casi segura contra el Dépor

Owen se replanteará su futuro a final de año si sigue sin jugar «aunque por ahora estoy feliz aquí»

Ronaldo, durante la entrega de los Premios Nacionales del deporte

Ronaldo, durante la entrega de los Premios Nacionales del deporte

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Daniel Roldán - madrid
León

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La enfermería del Real Madrid continúa creciendo. A las bajas seguras de César, Borja y Woodgate para el partido contra el Deportivo de La Coruña, ahora se ha unido la de Ronaldo, sin duda de mucha mayor importancia. El delantero sufre una contractura que le va a dejar, con total probabilidad, fuera de la convocatoria contra los gallegos. Por el contrario Raúl, otro de los tocados del encuentro de Liga de Campeones frente a la Roma, superó ayer jueves sus molestias en el aductor derecho y estará disponible para el encuentro del domingo. Las exploraciones realizadas al brasileño confirmaron las peores expectativas de los galenos blancos. Ronaldo sufre una contractura en el bíceps del muslo de la pierna derecha. Los médicos quieren evitar a toda costa una posible rotura que deje al carioca lesionado durante varias semanas y aconsejaron al cuerpo técnico que descanse este fin de semana. No obstante, el cuerpo médico del Madrid vigilará el estado de Ronaldo durante las próximas 48 horas por si se produce una evolución favorable. «Si se encuentra bien, si no tiene molestias y la ecografía del sábado no revela nada negativo, le daremos el visto bueno. Pero es bastante difícil», reconoció el doctor Alfonso del Corral en la página web del club blanco. El que sí podrá estar a disposición de Mariano García Remón es Raúl. El capitán se entrenó este jueves en la Ciudad del Fútbol de Las Rozas con total normalidad, superando sus problemas en el aductor derecho. Por otra parte, Michael Owen analizó sus escasos dos meses en el Real Madrid y los pocos minutos que ha disputado en este comienzo de temporada. El inglés aseguró que esperaba jugar más y que no quiere seguir en esta situación. Con ironía, indicó que no tenía «una bola de cristal» para adivinar cuándo se quejara.

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