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Publicado por
ÓSCAR GONZÁLEZ
León

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COMO SI DE una película de suspense se tratase, la estancia de la selección española en Lituania se ha convertido en una sucesión de pequeñas «trampas» con las que su rival ha tratado de entorpecer la preparación del conjunto que dirige Luis Aragonés. La última se produjo esta mañana, la víspera del encuentro, cuando al ir a entrenarse con el balón con el que, supuestamente, se iba a disputar el partido, el técnico Luis Aragonés comprobó que era distinto al que les había enviado a Santander la Federación Lituana. Los jugadores, que el domingo se entrenaron con otro balón y el lunes no pudieron ejercitarse, sólo tuvieron dos sesiones preparatorias para adaptarse a la nueva pelota, un detalle menor si no fuese porque el terreno de juego del estadio Zalguiris de Vilna, donde hoy, miércoles, se disputará el partido es muy irregular y hace imprevisibles los botes. Fue precisamente con el cambio de estadio con el que comenzó esta trama lituana, porque la Federación de este país prefirió llevar el partido a un terreno en peores condiciones, para dificultar el juego español. La estancia en Vilna no ha hecho sino alimentar las sospechas sobre la actitud de los dirigentes lituanos, tanto que hasta el preparador físico, Jesús Paredes, llegó a hablar de que habían «secuestrado» el equipaje de los jugadores, durante la hora que estos tuvieron que esperar en el aeropuerto a que trasladasen las maletas del avión a la cinta transportadora. Ese retraso lo complicó todo. La Federación Lituana avisó de que tendrían que adelantar la sesión preparatoria hora y media, porque el campo donde tenían previsto entrenarse no tenía luz. Los jugadores llegaron al hotel con el tiempo justo para dejar sus cosas, tomar un improvisado almuerzo y trasladarse a la denominada Ciudad Deportiva del Zalguiris, que en realidad se trataba de un campo muy descuidado, con las porterías oxidadas, las redes anudadas de forma muy rudimentaria y un terreno de juego lleno de hoyos, en el que el césped, más que natural, era «salvaje». «No se puede hablar de encerrona, porque es una palabra muy fuerte, pero sí son cosillas para ponernos nerviosos. Yo ya llevo mucho tiempo en esto y ya lo conozco, porque he venido muchas veces a estos países, como jugador y entrenador», admitió Luis Aragonés, a la espera de que, el cambio de balones, sea la última etapa de esta «trama lituana».