Diario de León

La paciencia española no agota el planteamiento físico de Lituania (0-0)

Aragonés cambió el dibujo sobre la marcha pero ninguna de las variantes sirvió para marcar «Aquí hemos perdido dos puntos» Ni con cinco

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Ignacio Tylko - vilna
León

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Ocurrió lo que suele suceder cuando dos técnicos hacen guiños a un empate en la víspera, que el partido acaba en tablas y además es un tostón de padre y muy señor mío. Quizá a la postre el mísero puntito sirva para estar en el Mundial de Alemania, seguro que la selección española no es hoy por hoy una gran potencia, pero es indudable también que de su fútbol cabe esperar más, mucho más. Al menos se debe reclamar un planteamiento más osado ante un rival de tercera fila. No vale luego acabar con toda la artillería porque... a buenas horas mangas verdes. Así, desde luego, no se devuelve la ilusión a una afición desencantada. España realizó una puesta de escena cobarde en Vilna, sobre todo después de comprobar que Lituania no es el equipo guerrillero y presionante que nos habían vendido. Por blando e irregular que esté el césped y mucho frío que haga -en realidad la temperatura fue soportable- no es de recibo que la selección número 3 del mundo, según la clasificación de la Fifa, salga tan reservona ante la 118, justo por detrás de «potencias» futbolísticas como Malasia, Liberia, Azerbaiyán y Barbados. Luis, que presumía de conocer a la perfección a los bálticos pero sin embargo no ajustó su descripción a la realidad, cambió su esquema en función del rival. Dejó como un islote en punta a Raúl y en el repliegue ordenó jugar prácticamente con tres centrales, ya que Albelda se incrustó por delante de Marchena y Puyol. Con los interiores más preocupados de tapar que de entrar y Baraja centrado en los posibles rechaces, el único jugador con libertad de creación era Xavi. El problema es que el azulgrana apenas hallaba compañeros por delante del balón. Ambiente de sub-21 En un escenario y con un ambiente más propios de selecciones sub-21, España actuó atemorizada, como si a los jugadores les hubiese afectado en exceso el mensaje conservador del técnico. Ante un rival que desde el primer minuto les regalaba el balón y reculaba, los españoles quisieron tocar y tocar, pero siempre sin perder de vista la propia portería y sin profundizar. Baste un ejemplo para definir lo que hizo España en un primer tiempo lamentable. Raúl tocó su primer balón pasados diez minutos y, además, lo hizo sólo para cabecear un saque de banda en propio campo. Y la primera llegada de la selección fue un tiro a las nubes de Baraja al cuarto de hora, justo antes de un penalti a Luque escamoteado. Pudo haber sido mucho peor, ya que si la selección no se marchó al intermedio en desventaja fue porque Puyol y Casillas lo evitaron. El catalán salvó bajo palos un remate que se colaba de Cesnauskis, la perla de Lituania que en más de una ocasión supo ganar la espalda a un acelerado Salgado; y el portero, tras un grave despiste defensivo, sacó una mano milagrosa a disparo del defensor Stankevicius, que se había colado. Debieron convenir jugadores y técnicos en el entreacto que el rival era más sencillo de lo previsto porque los españoles salieron con una marcha más en la reanudación. Jugaron fatal pero al menos adelantaron líneas y se fijaron en el portero Karcemarskas, que vivía una noche plácida con su pantalón largo. Era lo mínimo que se les podía exigir. Luque, el más activo de los azules con diferencia, avisó instantes antes de que Luis moviese ficha. Buscó más mordiente con Tamudo, pero en vez de quitar algún tapón en el medio situó al espanyolista pegado a la banda que antes ocupaba Víctor. Como el panorama no cambiaba, rectificó mediada la segunda parte e introdujo a Reyes por Baraja. Y aún más tarde a Reyes, con Capdevila sacrificado. Lo dicho, para ganar hay que ser valiente desde el inicio.

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