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La Cultural volvió a evidenciar que sobrevive de la eficacia de Paulino (2-0)

Cuando los primeros pitidos asomaron en el Amilivia, el punta los cortó con el primer gol

León

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El triunfo en Lezama frente al Athletic de Bilbao B supuso un soplo de aire fresco para el equipo culturalista. El oxígeno tomado en tierras vizcaínas sirvió para que el conjunto dirigido por Carlos García Cantarero se posicionara sobre el césped del estadio Antonio Amilivia más aposentado que en tardes precedentes. La presencia en el equipo titular del portero Etxeberría, que así debutó en León, y el regreso después de la sanción de Pepín, propiciaron un mayor empaque en el engranaje leonés. Muy pronto se vio el peligro de los locales, cuando una acción ligada otorgó a Paulino la posibilidad de inaugurar el marcador a los seis minutos de iniciado el encuentro. Pero el balón se fue al pie izquierdo del delantero manchego, que disparó con fuerza, aunque sin intención. El guardameta Tito se encargó de desbaratar la ocasión al repelerlo con sus piernas. La Cultural se creció con la oportunidad errada. Quiso llegar a las inmediaciones de la portería de Tito con más regularidad. El Mirandés se dio cuenta de que el rival buscaba encarrilar el encuentro cuanto antes y consolidó la línea de contención. Cerró su defensa y además convirtió en más presionante el centro del campo, con posesiones de balón muy largas que posibilitaron ganar minutos al cronómetro, además de crear ansiedad en el equipo local. Los culturalistas, con el sistema implantado por los burgaleses, se sintieron atenazados en cada uno de sus movimientos. A partir de entonces, el juego leonés se basó única y exclusivamente en balones directos hacia Paulino, que con el paso del tiempo y de las jornadas actúa de salvavidas del bloque de Cantarero. El delantero manchego bajó a defender en los saques de esquina, se esforzó en el centro del campo y dio los únicos balones con peligro, primero a Willy y después a Pepín, controlando el juego de espaldas a la portería de Tito. Los rojillos no se complicaron la existencia en ninguna de las parcelas del campo. Hicieron el fútbol que les convino durante los primeros cuarenta y cinco minutos. Los mirandeses tampoco expusieron demasiado, pero ejecutaron el juego sin opciones para la sorpresa del rival. Incluso se atrevieron a hilvanar determinadas llegadas a través de un fútbol directo, que siempre supo frenar desde su portería el guardameta Etxeberría. Los segundos cuarenta y cinco minutos siguieron los mismos parámetros que caracterizaron la primera parte, con una única diferencia, la mayor presencia, si cabe, en el juego del delantero Paulino. El punta manchego se creció según se difuminó el juego culturalista. Primero golpeó sin fortuna la portería de Tito, pero más tarde actuó como lo que es, un artista del área. Recibió de Rubén Suárez y cuando el portero visitante esperaba el trallazo, Paulino obsequió a la grada con una vaselina que encaminó el triunfo culturalista. Después, cuatro minutos más tarde, otro destello de Paulino lo culminó Suárez.