El Real Madrid sustenta a base de sufrimiento seguir vivo en Europa (1-0)

Un gol de puro oportunismo de Owen, el primero con la camiseta blanca, y un sobresaliente Casillas dieron vida al Real Madrid frente a un Dinamo de Kiev que causó una gran imagen en el Bernabéu pero se mostró inocente en la definición. En un partido tenso, vibrante, angustioso, de esos de ida y vuelta que ya escasean en un juego tan sistemático, el Madrid se impuso por oficio, experiencia, un guardameta estelar y algo de fortuna. Los blancos fueron valientes, con una actitud sin tacha de principio a fin, pero mostraron preocupantes signos de merma física y serias deficiencias defensivas. En un fútbol tan encorsetado como el actual, donde predomina la figura del medio centro destructivo que supuestamente equilibra los equipos -de hecho por el Bernabéu se echa de menos a Makelele-, da gusto de ver algún partido así de abierto. Para algunos técnicos será un suicidio asumir tanto riesgo, pero para el espectador es un lujo ver a dos equipos a tumba abierta, con el gol como prioridad. Si García Remón alineó a toda su artillería, con cuatro «Balones de Oro», Guti y Zidane en la dirección, Owen como compañero de Ronaldo y Figo escorado a la izquierda, Szabo, técnico del Dinamo, no le anduvo a la zaga con su osado planteamiento. Lejos de esperar al Real Madrid, lo que habitualmente supone una derrota segura por más que este curso los blancos anden peleados con el gol, decidió atacarle, buscar sus puntos más débiles. Sabedor de que ni Zidane ni Guti presionan, de que la defensa merengue está cogida con alfileres y de que sus jugadores son más rápidos y están más rodados, ordenó un fútbol ofensivo. Ataque contra ataque, por tanto, y ritmo altísimo de juego en Chamartín. Así, no es de extrañar que ambas escuadras, sobre todo la madrileña, se partieran en dos antes de lo debido. Gran puesta en escena El arranque dejó la sensación de que el Madrid se daría un festín ante el Dinamo. En apenas cinco minutos tiró más a puerta que prácticamente en siete jornadas de Liga y obligó a lucirse a Shovkovskiy, un espigado y ágil guardameta típico de la antigua escuela soviética. La clara superioridad española, empero, se acabó con el disparo al poste de Zidane en un lanzamiento de falta. Owen rescató a su equipo cuando comenzaba a sufrir y, además, acababa de perder a Figo por un fuerte rodillazo en su muslo. Poco antes de que el inglés se estrenase como goleador en el Real Madrid en una acción de puro oportunismo bien llevada por el recién entrado Solari y Ronaldo, Casillas ya había tenido que hacer un par de buenas paradas y ver como un tiro raso del uzbeco Shatskykh lamía su palo derecho. Y en la última jugada del primer período, el portero mostoleño salvó el empate al sacar una mano milagrosa en un testarazo del central serbio Gavrancic. Como casi siempre, el sistema defensivo blanco había cantado en un saque de esquina. Conocedor de que puntuar en el Bernabéu suponía su clasificación virtual para octavos, el Dinamo salió enloquecido en la reanudación. Atosigó al Real Madrid, llevó el silencio a las semipobladas gradas y durante muchos minutos dio la sensación no sólo de poder empatar sino de darle incluso la vuelta al partido. García Remón también lo vio claro y decidió retirar a Owen para reforzar con Celades la zona ancha. El Madrid, roto físicamente a excepción de un gran Solari en su reaparición, aguantó como buenamente pudo tratando de poseer el balón, aunque ya fuese en plan equipo de balonmano. Pudo matar el partido en algún contragolpe mal definido por Ronaldo, luego reemplazado por Morientes, o por Raúl, pero no lo hizo y padeció hasta el final. Ciertamente, hubiera sido excesivo premio para un equipo al que, por enésima vez, volvió a salvar finalmente Casillas. Las negociaciones para su renovación sólo han comenzado. El Madrid, con una defensa concentrada, con Salgado, Pavón y Helguera activos y efectivos, dejaron sin aire al Dinamo. Con este resultado, el Real Madrid se mete de nuevo en la pelea por estar arriba en su grupo y clasificarse.