Diario de León

La caza y los accidentes de tráfico

Sólo debería atribuirse responsabilidad al cazador cuando el accidente se produjese como consecuencia de la huida de un animal hostigado por la acción de cazar

Publicado por
Carlos E. Espeso de Prado - león
León

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Todos hemos oído hablar de aquella ardilla que podía ir de Finisterre a Gata sin tocar el suelo. Hoy no llegaría ni a Betanzos. Han desaparecido los árboles y en su lugar, entre otras cosas, hay una inmensa red de pistas, caminos, carreteras de distintas categoría , autovías y autopistas por las que circula toda clase de vehículos, muchas veces a velocidades de vértigo, con conductores no siempre en condiciones y en más de una ocasión con instinto depredador. En los buenos tiempos de nuestra ardilla, una gran cantidad de animales salvajes correteaban libremente por nuestros bosques, con el único riesgo de sucumbir ante un depredador o ser abatido en una lance de caza. Era algo natural y así ha sido durante mucho tiempo, hasta que la tecnología ha puesto sobre las carreteras vehículos letales para la fauna salvaje. El progreso ha invadido con asfalto los pasos, veredas y rutas naturales de los animales salvajes. Se han convertido las carreteras en una auténtica lacra para el campo. En ellas se eliminan sin licencia y con impunidad pájaros, erizos, conejos, liebres, zorros, corzos, venados, jabalíes, lobos, etcétera. Se producen accidentes de tráfico en los que parece olvidarse que es el animal salvaje el atropellado ,el que sufre la agresión ,y cuyo único delito es el de realizar sus desplazamientos por donde siempre lo hizo. Debemos aceptar que en la mayoría de los casos no hay voluntariedad por parte del conductor, pero menos por parte del animal y lo que nunca deberíamos asumir, desde un punto de vista racional, es que las victimas, además de victimas, sean siempre responsables. No conozco ningún informe de la Guardia Civil que contenga referencias a la velocidad del vehículo o a la prueba de alcoholemia. Durante muchos años se impuso el sentido común. Los conductores que en su día tuvimos la mala fortuna de atropellar un animal salvaje, asumimos la responsabilidad. Se aceptaban los hechos como algo fortuito y probable. En la mayoría de los casos nunca se nos ocurrió pedir responsabilidades a nadie por entender que un animal salvaje no es de nadie, es de todos. Hoy en día, un accidente de trafico en el que se vea implicado un animal salvaje, siempre se resuelve responsabilizado al animal y obligando al coto de caza de cuyos terrenos provenía a pagar los daños del vehículo . Se olvida que el coto no es propietario del animal y menos la sociedad de cazadores que lo administra. Nuestra Ley de Caza viene a decir que un cazador o sociedad de cazadores que sea titular de un coto sólo adquiere los derechos cinegéticos, es decir, el derecho a practicar la caza en unos determinados terrenos, nunca la propiedad de las piezas de caza. Dice que el cazador sólo es dueño de la pieza de caza cuando la ha dado muerte o la ha cobrado, nunca antes. Así las cosas, resulta muy difícil entender que una persona pueda ser responsable de los daños producidos en un accidente de trafico en el que se atropella a una pieza de caza, si la persona no es dueña del animal, no puede tomar decisiones sobre el mismo y no puede intervenir para evitar el daño. Pero nuestra ley de caza, en su artículo 12, así lo establece. La ley está hecha de una forma tan retorcida que incluso te impone la responsabilidad de los daños producidos por una piezas de caza que tu no estas autorizado a cazar. Si en tu plan de caza no tienes incluido el corzo, no lo puedes cazar; pero si hay un accidente de tráfico con algún corzo que proceda de tu coto, tú eres el responsable. Esto es un disparate. Es imprescindible la intervención urgente de legisladores y jueces para modificar esta aberrante norma. Desde mi punto de vista, sólo podría atribuirse cierta responsabilidad al cazador en aquellos casos en que el accidente llegase a producirse como consecuencia de la huida de un animal hostigado por la acción de cazar. Por hacer una comparación. Cuando una riada se lleva por delante coches y edificios nadie reclama daños a los agricultores que riegan con las aguas que más abajo se embalsan, ni a los ciudadanos que utilizan luego la misma agua en sus hogares y mucho menos a las personas que practican el deporte de la pesca en dicho río o en ese embalse. Lo más lógico, entiendo yo , es que el conjunto de este tipo de accidentes con piezas de caza (animales salvajes), sean considerados como incidentes naturales probables , en los que todos los conductores nos podemos ver implicados tarde o temprano. No sería descabellado que todos los vehículos incrementasen el importe de sus pólizas de seguros en una pequeña cantidad, y que fuesen estas, de forma consorciada, quienes asumiesen los daños producidos en este tipo de accidentes. Es cierto que la Junta de Castilla y León tiene suscrito un seguro de responsabilidad civil para cubrir los daños que nos ocupan, pero a partir de 3.000 euros. Los cotos de caza están obligados a contratar un seguro que cubra ese importe, casi siempre tan caro, que en mochos casos se intenta abaratar con una franquicia, lo que puede llegar a ser una ruina. Y es aquí, al fijar este límite, donde se produce la trampa. No conozco el dato general pero, según mi experiencia, en la mayoría de los accidentes el valor de los daños no llega a esa cantidad, o la supera mínimamente, de tal manera que quien realmente hace frente al grueso de las indemnizaciones son los cazadores, que se ven obligados a destinar a este fin la gran mayoría de los escasos recursos de que disponen. Da la impresión de que una vez más el legislador actúa a espaldas del ciudadano, ignorando que la caza en nuestra comunidad es, mayoritariamente, una actividad popular vinculada tradicionalmente al pueblo donde se vive o nace a un mundo rural cuyo carácter minifundista facilita que la caza sea una actividad colectiva y socializante. No es un lujo. Tiene un carácter lúdico y deportivo, y además en absoluto es barata. Eso si, seguro que la Junta de Castilla y León no tiene problemas para pagar íntegramente, con el dinero de todos, las pólizas de sus cotos de caza (reservas regionales de caza), espacios cinegéticos donde cazan los de siempre. Es decir, los que disponen de una buena cuenta corriente .Esa caza si es un lujo. Aquellos que dedicamos a esta actividad deportiva la mayor parte de nuestro tiempo libre debemos estar atentos y acudir solidariamente cuando se nos convoque desde asociaciones, federaciones o instituciones públicas o privadas, en defensa de nuestro deporte favorito. Somos muchos, pero ignorantes de la fuerza que podemos llegar a tener. El día que los políticos detecten que despertamos de nuestro letargo acudirán a nosotros proclamando, sin el menor rubor, que ellos siempre se han preocupado de los problemas de la caza, aunque estos sigan sin resolverse. Deberíamos copiar algo de nuestros vecinos los cazadores franceses. Un cordial saludo y buena temporada para todos.

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