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Publicado por
LUIS VILLAREJO
León

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HABLAR CON Cañizares de fútbol y especialmente de todo el entorno que rodea a una portería es apasionante. Es el candidato idóneo para escribir una tesis doctoral de la materia. Maneja y explica con clarividencia la importancia de todos los elementos que necesita un guardameta para brillar en su oficio. La portería es para él la prolongación de su vida. Por eso, mima sus guantes, cuenta que la erosión que sufren es tal que como máximo aguantan cuatro partidos, prepara su puesta en escena igual que un actor ultima su ropa antes de salir al teatro; toca y siente los postes de la misma forma que el músico afina su guitarra. El área pequeña es su territorio. Y sabe que cuando pisa un campo inglés, el fútbol sufre un giro de 360 grados. Un día en Anfield, en Liverpool, le tiraron desde el fondo una moneda, un simple penique, que él sin mayor importancia retiró hacia el costado. No le alcanzó. Cayó en su área. Al final del partido, cuatro policías se fueron a por Cañizares. De entrada pensó: ¿Qué habré hecho yo?. Fueron a tomarle declaración. Le preguntaron si quería interponer denuncia en una comisaría contra el autor del lanzamiento. Cañizares pensó: «This is Anfield» -Esto es Anfield-. Les dijo que no se preocuparan. Que si cada vez que él en su vida denunciara la caía de un objeto a un terreno de juego, posiblemente habría empapelado las tribunas de ese estadio con miles de protestas. Cañizares el es el genuino representante de la Escuela Española. De los porteros que detienen y atrapan el balón. Para él, despejar el balón «estilo balonmano» no tiene gracia. Aprendió esa sapiencia de un maestro como Miguel Angel en la Ciudad deportiva del Madrid y la vida le ha deparado una carrera brillante. Ayer recibió su cuatro Trofeo Zamora. Con uno más igualaría a Ramallets y sería el portero más laureado del fútbol español. Este año repetir se presenta a priori difícil. El Barcelona, el Sevilla, el Madrid. Hay mucha competencia. Y con Ayala lesionado, su equipo ha bajado el listón defensivo. Sin embargo, Cañizares quiere ser un portero longevo. Si Dino Zoff jugó con 40 años, él también se ve con la ilusión de un chaval. Cañizares tiene claro que le entusiasma este deporte. Y es sin duda el futbolista que mejor comunica las claves de este juego en España. Ayer se le vio feliz. Cada vez que recibe un Zamora, piensa que todos esos «barrigazos» que se daba en los campos de tierra cuando era un crío han merecido la pena.

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