Diario de León

El conocimiento mutuo deriva en tablas entre Huracán y La Bañeza

Las reservas defensivas y el desgobierno del juego impidieron que se jugara más al fútbol

Marcos -a la izquierda- ocupó el centro del campo  junto a Chicote

Marcos -a la izquierda- ocupó el centro del campo junto a Chicote

Publicado por
A. Caballero - la bañeza
León

Creado:

Actualizado:

Los derbis de rivalidad regional suelen estar fundamentados más en la emoción que en el juego; en el conservadurismo que en la apuesta decidida a por la victoria; y se deciden por la anécdota en vez del mérito global. El que escenificaron ayer La Bañeza y Huracán Z no se salió de los cánones establecidos. Cada uno hizo lo que supo, pero no más, lo que derivó en la firma del armisticio y el reparto equitativo de puntos. Aunque con la impresión en cada vestuario de que el premio era de tres rayas, no de una. Se plantaron los veintidós contendientes sobre La Llanera con el guión bien aprendido: Balón largo y a esperar, el medio campo bien arropado por delante de los centrales y las puntas a la caza de la espalda contraria. Los planteamientos derivaron en un atasco general de hora punta en el que todos querían pasar por el mismo sitio y a la misma hora. No hubo caso hasta que uno de los dos perdió el norte de lo dictado. En pleno despliegue ofensivo, el Huracán Z aprovechó la presión para robar y encontrar el espacio que Nacho y Tino habían dejado antes de la meta de Óscar, y Soto cortó desde la banda para firmar el 0-1. El saque de centro de los locales auguró un alegato de rabia en el que la casta ganó terreno al juego colectivo y se perdieron las formas establecidas en aras de la puerta contraria. En uno de los acercamientos, Dani encontró el penalti y Marco se encargó de hacerle justicia. Dos goles en media hora eran muchos para lo visto sobre el terreno de juego. Y no hubo más. El descanso no sirvió para sacar demasiadas conclusiones y los dos conjuntos se obstinaron en su idea. Uno por necesidad, La Bañeza, cuyo falta de recursos en la punta le obliga a confiar en las segundas llegadas y el agrupamiento de líneas. El otro, el Huracán Z, por miedo a imponer un estilo que no garantizaba resultado. La monotonía volvió a adueñarse del panorama y los cuatro centrales se convirtieron en el capital inversor de cada uno de los conjuntos. Entre cada línea de retaguardia se resolvió un campo de batalla para la rapiña del más listo y las bandas mendigaron sus apariciones. Llegó un momento en el que José Díez vio la opción de irse a por el partido: dio la opción a Alfredo, cambió de banda a Busto y entregó el costado derecho a Gabri. La sensación fue más que el peligro, pero a la grada se le empezó a poner el pelo de punta. Entonces, Tino y Nacho redoblaron, Isra se metió entre ellos y hubo paz. Incluso tiempo para forzar un par de ataques en el que la victoria se pudo quedar en casa. O irse para Trobajo.

tracking