Recuperarse a raquetazos

La lesión que tuvo Rafael Nadal el pasado abril en el pie izquierdo y que le obligó a apartarse de la competición durante tres meses, impidiéndole jugar en Roland Garros, no hizo que el joven tenista perdiera en rendimiento y su actuación, primero en la final de la Davis, en Sevilla, y después en León el pasado fin de semana, demostraron que los tres meses de recuperación no han sido en vano; la espera mereció la pena. Y es que el tenista no ha descansado a pesar de no poder competir. Su perseverancia y ganas de seguir trabajando han hecho que su estado físico se haya mantenido e incluso haya mejorado desde que se le dejó de ver en acción. La lesión que en aquel momento le apartó de las pistas fue una fisura de escafoides en el pie izquierdo, fracturas que se conocen como «de estrés», causadas por una sobrecarga. De hecho, la lesión se presentó en un momento determinado del tenista y, según los médicos, el problema hubiera aparecido igual aunque no se hubiese enfrentado a Gasquett en el ATP de Estoril (donde se lesionó), teniendo en cuenta las molestias que aparecieron en la anterior ronda. Pero Rafa Nadal no se derrumbó, a pesar de ver los torneos que se iba a perder, sino que intentó ver el lado positivo a la recuperación que le esperaba. Los que le conocen dicen que se caracteriza por su capacidad de trabajo, la autoexigencia y el ímpetu por seguir mejorando. Para la Davis se propuso mejorar su saque, y contra Rodick logró unos servicios casi tan potentes como los que caracterizaban a su rival. Y unas semanas después, ya en León, reconoció haber logrado su propósito: «En Sevilla me centré en mi servicio contra Rodick; como he logrado mi propósito, aquí ya me estoy soltando, actúo más relajado y noto que he mejorado mi saque», confesó. Su forma de entrenar no se parece a la que utilizaban en su momento cumbre tenistas de otra época. No hace pesas, aunque parezca increíble viendo la musculatura de sus brazos. Su trabajo diario se basa en horas de estiramientos y trabajos con los que consigue coordinación muscular. De hecho, gran parte de su preparación física consiste en prevenir posibles lesiones. Además, practica técnicas terapeúticas chinas, como el do-in, la hidroterapia, la propiocepción; pero también ha conseguido llegar donde estar gracias a su paciencia, su exigencia, la capacidad de trabajo y la educación que ha recibido desde pequeño, con dos grandes deportistas en su familia: sus tíos, el tenista Tony Nadal y el futbolista Miguel Ángel Nadal.