Falta de previsión en la selección

DESDE QUE la selección española de balonmano se instaló cómodamente en la elite de este deporte, hace aproximadamente 8 años (plata en el Europeo de 1996), nunca la imprevisión llegó a las cotas actuales después del nombramiento, con carácter de urgencia el 25 de noviembre, del nuevo seleccionador, Juan Carlos Pastor. Pastor, que se debe también al club Valladolid, ha confeccionado una respetable lista de jugadores a su medida para el Mundial, pero incomprensiblemente incluyó al lesionado Ion Beláustegui, no ofreció el plan completo de preparación para el inminente Mundial de Túnez (23 de enero al 6 de febrero), y alguno de los internacionales han llegado a enterarse de su condición por voz de algún compañero. El balonmano vive un momento de incertidumbre, pues las elecciones a la presidencia se aplazaron sin fecha por una impugnación y a su Junta Gestora se le acumulan lo papeles encima de la mesa. Pastor, nuevo en la plaza, atesora una gran experiencia como entrenador de club al frente del Valladolid. No obstante, y merced a ese estreno internacional, el técnico vallisoletano no debiera esperar a la víspera para comunicar a Iker Romero, por ejemplo, si va a jugar el Mundial, ni Garabaya, Chema Rodríguez o Davis enterarse de que son internacionales en el vestuario de su pabellón, por boca de sus compañeros. La intención de Pastor era comunicar primeramente la lista de internacionales al presidente de la Junta Gestora federativa, que fue quien le nombró. Mariano Ortega ha sido el último sorprendido, al regresar al equipo en el lugar de Beláustegui. A Alexandru Buligan le comunicó Pastor que iba a ser ayudante la pasada semana, para sorpresa del magnífico auxiliar técnico del Portland. No sabe tampoco Pastor dónde debe pasar lista a sus jugadores de la selección el próximo 7 de enero, fecha prevista para el comienzo de la preparación para el Mundial, ni tampoco se conoce oficialmente la sede del Torneo Internacional de España. Es hora para que Pastor aparque su club y se meta de lleno, manos a la obra, con los destinos de un equipo nacional que debe acudir al Mundial con la obligación de luchar por un puesto en las semifinales, situación que logró España en el último campeonato del mundo hace dos años en Portugal. Una última cuestión que debiera conocer en todos sus extremos el nuevo seleccionador: ¿qué pasará si las elecciones a la presidencia coinciden con la concentración del equipo español?