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La temporada de caza, paralizada por la nevada y la gran humedad

Algunos cotos de la provincia están tomando medidas para preservar la fauna cinegética

Publicado por
Pedro Vizcay - león
León

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La gran cantidad de nieve caída desde el pasado sábado en toda la provincia de León ha supuesto la paralización de la actividad cinegética tanto en la caza mayor como en la menor. La Ley de Caza de Castilla y León contempla en el Capítulo I titulado, «De las limitaciones en beneficio de la caza», la prohibición de cazar en días de nieve. El artículo 43.4 especifica esta limitación «cuando la nieve cubra de forma continua el suelo». Esta prohibición no será aplicable a la caza de las aves acuáticas ni a la de las palomas en sus pasos tradicionales ni a la de otras aves migratorias en sus vuelos de desplazamiento. Para la caza mayor las nevadas, especialmente cuando son muy intensas, constituyen un grave problema. Por una parte las huellas se hacen muy visibles, con lo que se facilita el rastro para los perros. Por otro lado tanto el jabalí como los ungulados tienen serias dificultades para desplazarse en la nieve blanda ya que hunden fácilmente sus pezuñas en la superficie de la misma. Estas limitaciones se reducen tanto para el cazador como para el perro dotados ambos de mayor superficie de contacto en sus extremidades. Complicada caza menor Para la caza menor la situación se complica todavía más. La perdiz se ve impedida para caminar a peón, de forma que ante el peligro debe volar. Tras dos o tres vuelos consecutivos se queda sin fuerza y totalmente indefensa. Hace años era frecuente en los pueblos de la zona de Oteros y en los días de nieve salir a cazar perdices a caballo. Una vez localizadas y tras dos o tres vuelos, se las podía coger con la mano sin disparar un solo tiro. La persistencia de la nieve durante varios días tiene consecuencias catastróficas para la perdiz roja en Tierra de Campos. Sin poder alimentarse se va debilitando y es presa fácil de los depredadores tanto alados como y muy especialmente de los zorros. En las zonas de media montaña, sin embargo, se defiende mejor, pues busca la protección de los escobares, jaras y todo tipo de matorral, debajo de los cuales siempre encuentra algo de alimento. La liebre también resulta perjudicada ya que deja una huella bien visible. Siguiendo el rastro de una liebre en la nieve se llega a un punto donde se pierde la huella. El cazador, en este caso furtivo, sabe que en este lugar ha dado un potente salto para encamarse. Se encuentra en un radio ocho o diez metros y solo hace falta un poco de paciencia para encontrarla. Si la capa de nieve es de diez o doce centímetros la libre tiene dificultades para correr, pero el galgo no, pues sus patas son mucho más largas. Una buena gestión cinegética Cuando las condiciones son adversas, el buen cazador sabe que no sólo no debe aprovechar la coyuntura, sino que además tiene que proteger la caza de los depredadores. Son varios los acotados en los que los socios han colgado la escopeta y han salido al campo bien provistos de sacas de trigo para alimentar a las patirrojas. Una perdiz bien alimentada tiene fuerza suficiente para esquivar y huir de los depredadores, especialmente activos en estas circunstancias. Hay que tener, sin embargo, un cierto cuidado, ya que si se reducen las zonas de alimentación, se consigue un efecto no deseado como es concentrar la caza en esos lugares facilitando de este modo su localización. También y para la caza mayor se imponen prácticas de este tipo. Unos kilos de maíz, que por cierto está más barato que nunca, o unos sacos de manzanas de las que se retiran de la comercialización por su mal estado o aspecto, son suficientes para mantener las poblaciones de cochinos evitando que se desplacen hacia zonas más favorables. Los desplazamientos en busca de alimento dejan prácticamente vacíos muchos montes y contribuyen al incremento de los accidentes de tráfico.

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