«Intentaré lograr dinero con mi trabajo, y si viene un patrocinador...»
«Este año fui con lo mínimo, y me ha costado tres años conseguirlo; me lo he costeado yo, con mi trabajo: voy a tener que hacer muchas horas extra», bromea Ramón Gutiérrez para insistir en que intentará volver al Dakar en la próxima edición. «He ganado experiencia, ahora conozco también gente de la organización, de equipos y de asistencias, lo que me permitiría economizar en el presupuesto y lograr mayores prestaciones» para la moto. En esta su primera aventura africana la moto era de segunda mano y sólo llevaba un motor y piezas de recambio. El problema es que al gripar el de la KTM 660 «hasta se han quemado algunos plásticos: a ver qué hago con ella», ironiza. Ramón, a pesar de su buena actuación a pesar de ser el primer año -empezó el 212 y se habÍa aupado al puesto 127 antes de abandonar-, no espera encontrar un gran patrocinador o una oferta de un equipo grande u oficial. Es realista y fía sus fuerzas a sí mismo: «Voy a intentar lograr dinero con mi trabajo, y si viene un patrocinador... bueno, mejor». Un largo anecdotario No obstante, el piloto leonés prefiere recuperarse y saborear lo que ha vivido en las últimas dos semanas antes de empezar a pensar en el año que viene. Confiesa que su mejor recuerdo y experiencia es el desierto mauritano, el paisaje de dunas. «Supera todo lo que imaginé, por su belleza: el día de la etapa maratón, a pesar de lo dura y difícil que fue, de los 660 kilómetros 650 fueron impresionantes y 10 bonitos, así que fíjate», relata Ramón. En cuanto al compañerismo que se destaca siempre, en cambio afirma que «no es para tanto». «Al principio no existe. En Marruecos, mientras todo el mundo está entero, se corre muy rápido y no para nadie si tienes un problema. En cambio, en Mauritania, sí; nos reagrupamos y viajas siempre en un grupo de cinco o seis motos para ayudarse. Pero si alguien se atasca cada poco y hay que parar a menudo, allí se queda. Y cuando se acerca la llegada el grupo se rompe, cada uno a lo suyo. El compañerismo es a medias», explica el piloto. Entre minas Uno de los momentos más delicados, pero también más atractivos, fue el tránsito entre Marruecos y Mauritania, «al tener que pasar por una pista marcada por la organización con calderos ardiendo con petróleo para evitar las minas, algo que se queda en la retina para siempre». El Dakar es único y distinto, engancha; y el leonés Ramón Gutiérrez sabe mejor que nadie por qué.